El neurofisiólogo jefe de la Unidad del Sueño del Hospital Xeral de Vigo, Emilio Rodríguez Sáez, afirma que no se debe caer en el alarmismo cuando hablamos de la adaptación de los más pequeños a un nuevo curso escolar, ya que ellos disponen de una "gran capacidad de adaptación". Pese a ello, asegura, el cambio abrupto de horarios, como en los adultos, no es aconsejable.

-¿Cómo cree que deben adaptarse los niños al ritmo de sueño en horario escolar?

-Los niños son más lábiles en cuanto al sueño, así que conviene que la semana previa a empezar el colegio comience la adaptación. Sobre todo, porque vienen de hacer unos horarios de sueño catastróficos durante el verano. Una semana es un buen período para que el cerebro se adapte al nuevo ritmo circadiano.

-¿Y cómo se lleva a cabo esta adaptación?

-La adaptación no debe ser solo por noche, sino también en las costumbres durante el día. El sueño y la vigilia juegan juntas. Por ejemplo, deben establecerse las nuevas rutinas en las horas de comer, que durante el verano suelen retrasarse.

-¿Debe ser una adaptación progresiva?

-Si. Esa semana no debe hacerse bruscamente. Debe ser un proceso guiado por el sentido común: que el niño vaya adaptando poco a poco tanto las horas de sueño como las horas de vigilia.

-En caso de cambiar los ritmos de sueño abruptamente., ¿con qué síntomas nos podemos encontrar?

-Los niños tienen una gran capacidad de adaptación.,quizá en los adultos el problema sea mayor. De todas formas, lo más normal es la somnolencia durante las clases, con problemas de falta de atención, ansiedad, irritabilidad? Son problemas menores y no debemos exagerarlos.

-¿Cree que es importante mantener los horarios durante el fin de semana?

-El fin de semana es el momento en que muchas personas destrozan el horario de sueño, entonces tenemos que pensar que necesitamos dos días para recuperar el horario normal, con lo que nos quedamos con tres días de semana para recuperar el ritmo. Esto es un pequeño problema, y para un niño es más importante mantener el ritmo.

-Todos estos consejos, ¿son aplicables a los adultos?

-Claro que sí. No hay que olvidar que los padres son quienes marcan los ritmos de sus hijos. Son, en gran medida, responsables y ejemplo de estos hábitos.

-¿Cómo pueden afectar las actividades extraescolares a estos hábitos?

-Es importante no torturarlos con las actividades extraescolares. Este es otro problema: hay tantas actividades que los niños no tienen tiempo para hacer lo más natural en en ellos, que es jugar. Los padres muchas veces los abruman con tantas actividades. He tenido casos de niños con cefaleas, y simplemente ocurre que esos críos están atiborrados de actividades extraescolares. Por exceso, pueden llevar a un trastorno del sueño. Por falta de actividad, también.

-¿Cuál cree que son las actividades idóneas?

-Lo recomendable son aquellas que sean divertidas, que motivan al niño, que le resulten relajantes. Primero, creo que los niños tienen suficiente imaginación como para no aburrirse nunca. Tienen creatividad, se divierten con pocas cosas. Por otra parte, el ejercicio físico es muy importante porque, entre otras cosas, ha aumentado la obesidad infantil, por falta de ejercicio y por mala alimentación. Y esto da lugar a la apnea del sueño, como ocurre entre los mayores.