"Sintió una fuerza centrípeta muy grande le impulsaba hacia la luz, pero cuando se acercaba, 'volvió'". Con este testimonio sorprendió un paciente al neurocirujano gallego José Manuel Otero Vich. No fue el único. Hasta tres personas le contaron a lo largo de su trayectoria profesional hechos similares: "Con ligeras variantes los tres pacientes experimentaron el fenómeno de la luz al final del túnel, precedido de una sensación de flotación en su cama seguida del deambular desenfrenado a través de un túnel que finalizaba en una luz intensa y les proporcionaba una sensación de placidez con total ausencia de dolor y sufrimiento". Así lo resume el doctor.:"En los tres pacientes, y una vez que se alcanza esa luz, esta desaparece para teóricamente volver a la vida terrenal. Del mismo modo, los tres les describen el denominado "deja vu" que consiste en ver, lo largo de ese trayecto, una "película" de su propìa vida acompañada de datos biográficos.

El testimonio del insigne neurocirujano gallego Otero Vich pone la valiente voz de la experiencia médica a diversas vivencias sobre episodios próximos a la muerte. Y aclara: el diagnóstico de fallecimiento es la muerte cerebral.

-¿Algún paciente le reveló que haya 'visto la luz' en una experiencia cercana a la muerte?

-Mi experiencia profesional como neurocirujano en pacientes que han experimentado el denominado "fenómeno de la luz al final del túnel" se ciñe a tres casos: una paciente de mediana edad que operé en su día de un aneurisma cerebral; un profesor al que extirpé un tumor cerebral benigno y un chico relativamente joven operado de un hematoma cerebral tras sufrir un accidente de moto. Los tres casos presentaron en la UCI una parada cardio-respiratoria de la que se recuperaron utilizando técnicas específicas de resucitación cardiaca. Experimentaron el fenómeno de la luz al final del túnel, con una sensación previa de flotación y un"deja vú": vieron una especie de 'película' de su propia vida.

-¿Cúal es su visión científica al respecto?

-Independientemente de las numerosas publicaciones sobre el tema en las que se mezclan con poca base científica aspectos espirituales, psicoanalíticos o fisiológicos, parece demostrado a través de estudios serios, tanto experimentales como clínicos, el papel protagonista del cerebro humano hacia ese tránsito hacia la luz. En estos trabajos parece concluirse que en condiciones extremas, como sería el caso de una parada cardio-respiratoria; los 100.000 millones de neuronas que componen nuestro cerebro adquirirían una energía extra como defensa ante la muerte. Una energía que no se produciría cuando que cesa la actividad cerebral -electroencefalograma plano- y se produce la muerte clínica.

-¿Aún quedan demasiadas incógnitas?

-La gran incógnita en la que se mezclan la religión, la mística o los fenómenos paranormales, es saber que hay realmente detrás de esa misteriosa luz. ¿Será capaz esa inmensa energía liberada por nuestro cerebro en los umbrales de la muerte traspasar esa barrera para convertirse en algo más trascendente? ¿Hay un cielo, un purgatorio o un infierno detrás de esa luz? ¿Será esa energía capaz de llegar a formar parte del cosmos; de ese cosmos infinito del que nuestra galaxia, al igual que el numero de neuronas que conforman nuestro cerebro, está también constituida por 100.000 millones de estrellas? O simplemente, una vez atravesada la intensa barrera de luz la energía liberada se convertirá en la nada.