El cultivo y la cata del mejillón llevó a turistas procedentes de toda la geografía española a subirse ayer al Pirata de Onza para disfrutar de una visita a las bateas moañesas. Esta excursión, que consta de una parte didáctica y de una degustación gastronómica, forma parte de la programación de Sabores da Ría, que el Concello de Moaña organiza para potenciar los productos del mar y que ofrece viajes en barco a las bateas a diario hasta el próximo sábado por un precio de 12 euros.

A las 12.30 uno de los buques de Nabia zarpaba del puerto de Cangas con la música de las gaitas de fondo y una veintena de pasajeros a bordo. El sol acompañó durante el paseo por la ría de Vigo mientras el personal de la naviera cogía el micrófono para resaltar la belleza de las Cíes y la importancia del puente de Rande. Después de recoger a más de treinta turistas en el puerto de Vigo y llenar con ellos los bancos de la cubierta, la patrona puso rumbo al puerto de Moaña mientras uno de sus compañeros contaba la leyenda de la formación de las Rías Baixas.

En el muelle de A Mosqueira de Moaña se subían los últimos viajeros, que sumaban un total de 75 pasajeros entre los que se encontraban madrileños, asturianos, cántabros, catalanes, andaluces, canarios, vascos y gallegos. Para la mayoría de ellos el cultivo del mejillón era hasta ayer un auténtico desconocido y la curiosidad fue la que los subió a bordo. Tanto pequeños como mayores se levantaban de sus asientos a medida que el Pirata de Onza se acercaba al polígono para observar la distribución de las bateas, perfectamente alineadas simulando calles y avenidas. El balandro Sofi hizo una parada en su jornada laboral para participar en la clase magistral. La concejala de Turismo de Moaña, Mayka Maya, fue la encargada de explicar las diferentes etapas por las que pasa el mejillón desde que se cultiva hasta que se comercializa.

Familias al completo se desplazaron a babor para estar más cerca de la batea y se sorprendieron al escuchar que puede llegar a tener hasta 500 cuerdas. Mientras Mayka Maya explicaba que esas cuerdas deben estar lo más perpendiculares posible y que la cría tarda entre cuatro y seis meses en formarse, los bateeiros levantaban los cabos y las bolsas ante la admiración de los pasajeros. Los atentos alumnos aprendieron que hay diferentes formas de comercialización. Una parte de la producción se envía a las fábricas, donde el molusco se cuece para después envasarlo en lata y venderlo en los supermercados. Otra parte se mete en bolsas y pasa por la depuradora antes de llegar al mercado. Finalmente, otra cantidad de la cosecha viaja al extranjero, a mercados de Francia o Italia. A ese mejillón previamente se le aplica la técnica del reparqueo, con la que queda quince días sumergido en el mar dentro de bolsas para que luego aguanten en buen estado el viaje.

La forma de defenderse del mejillón, sus predadores o la diferencia del sabor en función de las corrientes fueron otros de los temas que Mayka Maya abordó durante su charla. También habló sobre las biotoxinas que ahora mismo mantienen cerrados numerosos polígonos e insistió en los numerosos controles de calidad que se efectúan para asegurarles que el producto que se encuentra a la venta está en perfectas concidiones. Por último, respondió también a algunas dudas de los turistas, que quisieron saber si era mejor el mejillón grande o el pequeño, cuál era la diferencia entre el mejillón de batea y el de roca o si era posible comer este molusco crudo.