El caso del gallego Mario Costeja se remonta a 1998, cuando el diario "La Vanguardia" publicó en su edición impresa, que luego digitalizó, dos anuncios relativos a una subasta relacionada con un embargo derivado de deudas a la Seguridad Social. Diez años después, este abogado coruñés descubrió que si tecleaba su nombre en Google aparecía vinculado a estos anuncios. Solicitó entonces que fuera desvinculado y ante la negativa, presentó una reclamación en la Agencia Española de Protección de Datos contra la editorial y contra el buscador.

-¿Le ha sorprendido las conclusiones de Jääskinen?

-No las he leído íntegras y, aunque no son vinculantes, no me desagradan. Reconoce algo muy interesante: que Google gestiona datos y no solo los indexa, por lo que, como cualquier empresa que gestiona datos, tiene que someterse a la legislación en la materia de cada país.

-Pero dice que retirarlos no es responsabilidad del buscador, sino de la fuente original...

-Esto puede ser un problema, pero tampoco profundiza; deja el tema abierto para que sean los jueces quienes decidan.

-Su caso es único en Europa porque ha llevado al gigante de internet hasta el Tribunal de Justicia europeo...

-Yo contra Google no tengo nada. Es más, creo que después de la rueda es el mejor invento, pero también creo que hay que poner ciertos límites, y no por mí, sino por quienes vienen detrás porque la difusión de información sensible puede hacer mucho daño. Comprendo que Google tiene su 'lobby' en Luxemburgo y toda una patrulla de abogados, y que de alguna manera estoy solo ante el gigante, pero creo que los ciudadanos tenemos derecho también a decidir sobre nuestros datos porque si ahora si alguien cuelga una fotografía comprometida no tenemos cómo eliminarla porque el medio ha evolucionado mucho más rápido que las leyes. Creo que ahora, con el escándalo del ciberespionaje, la gente está muy sensibilizada con qué pasa con sus datos en internet. Desde luego, voy a seguir hasta el final.