El fuego purificador de Panxón volvió a batir récords y purgó los malos augurios de más de veinte mil almas en la "noite meiga". Las tradicionales hogueras junto al mar cumplieron con la costumbre y se convirtieron en el epicentro de las celebraciones del solsticio de verano en el sur de la provincia de Pontevedra. Una fiesta siempre multitudinaria, aunque esta vez en menor medida que el año pasado. Gente de todas las edades y de diversos puntos de la comunidad gallega se congregó para arrimarse al calor de las llamas, degustar las sardinas y el pan de maíz, bailar a ritmo de orquesta, o disfrutar de las atracciones. Gran parte de los presentes acudieron a la llamada del "macrobotellón", un cuestionado atractivo que no aparece en el programa de las fiestas patronales de San Xoán, aunque la realidad demuestra cada año que cada vez capta más hordas de jóvenes, que "peregrinan" hacia la playa provistos de sus propios brebajes.

El regreso del día de San Juan al calendario de festivos colaboró en el abarrotamiento del arenal nigranense. A ello contribuyó sin duda la llegada del buen tiempo. Después de meses de agónica espera por los ansiados rayos de sol, fueron muchos los que decidieron disfrutar de la playa ya desde la mañana y terminar la jornada con una cena "de lujo" sobre la arena. La escasez y elevado precio en lonja transformaron la humilde sardina en un plato de pompa, por lo que se vio más acompañado que nunca por el churrasco y los chorizos en el menú.

Las degustaciones gastronómicas habían comenzado ya de mañana. El puerto pesquero albergó un taller de cocina de productos del mar a cargo de chefs de prestigio, mientras que la comisión de fiestas repartía quinientos quilos de mejillón al vapor y en empanada entre cientos de comensales reunidos en la lonja al mediodía.

Una espectacular traca de fuegos artificiales dio el pistoletazo de salida a la gran fiesta en torno a las diez de la noche, cuando grupos de todas las edades llegaban de forma paulatina a la playa.

Mientras unos se arremolinaban hacia Praia América con sus etílicos picnics, otros, los de mayor edad y las familias con niños se aproximaban al recinto festivo.

Todos ellos, vigilados por un amplio dispositivo de seguridad, integrado por un centenar de agentes de la Guardia Civil y la Policía Local de Nigrán, tres ambulancias y el grupo de emergencias, además de los voluntarios de Protección Civil. El trabajo del operativo se prometía arduo durante toda la noche. La atención de heridas o excesivo consumo de bebidas alcohólicas ocupaba a los sanitarios del hospital de campaña habilitado en el pabellón de deportes municipal, mientras los efectivos de seguridad controlaban el entorno para evitar actos vandálicos y daños al ecosistema dunar de Praia América, protegido por 150 vallas.

La fiesta se prolongó hasta altas horas de la madrugada, hasta que los autobuses comenzaron a partir cargados de jóvenes para devolverlos a sus casas y despejar el arenal, donde a primeras horas de hoy está previsto un dispositivo especial de limpieza para dejarlo en perfectas condiciones para los bañistas.

Al cierre de esta edición, la tranquilidad predominaba en el ambiente, aunque las fuerzas de seguridad y los bomberos se mantenían alerta para garantizar una noche de diversión para todos y evitar que las fuertes rachas de viento descontrolasen las llamas.