Bruno Boileau y Vincent Autin se convirtieron ayer en los primeros hombres que contraen matrimonio en Francia en aplicación de la ley que permite uniones entre personas del mismo sexo, en una ceremonia en Montpellier, en el sureste del país. Ambos se dieron el "sí" hacia las las seis de la tarde, en la alcaldía, en un acto al que asistieron unos quinientos invitados y que presidió la alcaldesa, Hélène Mandroux, socialista como el presidente francés, François Hollande. Un centenar de policías vigilaban en el exterior para controlar cualquier posible incidente. "Este día con el que ustedes han soñado se ha convertido en realidad. Vincent, Bruno, vamos a vivir un momento histórico. Un momento histórico para nuestro país, para nuestra República", declaró la alcaldesa.

Autin, de 40 años, durante un breve discurso en el que apenas pudo contener las lágrimas agradeció a las asociaciones de defensa de derechos de los homosexuales su apoyo para conseguir hacer realidad la ley que permite uniones matrimoniales a personas como él y su ya marido, de 30 años. Mandroux, delante de un retrato de Hollande y junto al busto de Marianne, símbolo de la República, recordó a los países que precedieron a Francia en el reconocimiento de este derecho y dijo: "La solidaridad vence siempre al odio".

Los novios, vestidos de traje oscuro -con pajarita Boileau y con corbata Autin- estuvieron acompañados de cerca de medio millar de invitados. La ceremonia se celebró en medio de una gran atención de medios de comunicación, franceses e internacionales, y con fuerte vigilancia policial.

El acto simbólico, que en realidad fue precedido el 22 de mayo de la validación del matrimonio en Bélgica, no contó con representación gubernamental finalmente. El Gobierno francés no estuvo representado oficialmente por ningún ministro, y Vallaud-Belkacem aseguró que asistía a la ceremonia por "amistad" con los contrayentes.

El diario "Le Monde" aseguró que ya el pasado septiembre se llegó al acuerdo de que la primera boda entre personas del mismo sexo se celebraría en Montpellier, durante una visita de la portavoz del Gobierno a la ciudad.

"Hay que luchar", dicen los pioneros en España

"Os declaro unidos en matrimonio". Estas palabras de Martínez Cestau, portavoz de IU en el municipio madrileño de Tres Cantos, formalizaban la primera boda homosexual en España. Fue en 2005 y los contrayentes eran el asturiano de Pola de Allande Emilio Menéndez y Carlos Baturín, de Boston, EE UU. Llevaban 30 años de relación y estos días, cuando están a punto de celebrar su octavo aniversario, la primera boda gay en Francia les devuelve a la actualidad. "Mi consejo se basa en mi propia experiencia, yo les diría que hay que luchar, la intolerancia sólo se vence enfrentándose a quienes la practican. No nos van a meter otra vez en el armario, no vamos a dar un paso atrás. Que sean valientes y luchen", declara Emilio Menéndez. A ambos les sorprende que Francia, el país de las libertades, haya reaccionado de forma tan organizada y virulenta contra el matrimonio homosexual. "Tal vez sea una ofensiva contra el presidente Hollande, al que critican mucho su gestión", apunta Baturín. No hay que olvidar, añade Menéndez, que "Francia es la patria de Lefebre y de Le Pen. La derechona es una fuerza oscura que pretende llevarnos a los errores del pasado".