Hay que permitir la clonación terapéutica porque posibilita incrementar la esperanza de vida entre aquellos, por ejemplo, cuyo cuerpo rechace los trasplantes. Sin embargo, usarla con fines reproductivos generaría conflictos en torno a la identidad del ser replicado, que podría ser visto como una "fábrica de órganos" por el original. Quien defiende estas ideas en torno a los límites que la ética debería imponer sobre una técnica de moda no es ningún premio Nobel -aunque quizás el futuro le depare uno porque ya ha demostrado sus dotes para la investigación-, sino una joven de 16 años de A Pobra do Caramiñal llamada Iria Ortiz, estudiante del colegio Peleteiro de Santiago.

El trabajo de investigación de esta estudiante de la ESO en torno a la clonación le permitió llegar al IV congreso Investiga I+D+i, organizado por la Fundación San Patricio en colaboración con el Banco de Santander y el CSIC, y presentar, junto a otros cuatro compañeros de 4º de su escuela, una ponencia. Con el mismo nivel de exigencia que el que tendría cualquier científico con veinte años más en un encuentro similar. "La única diferencia es la edad, no el nivel de seriedad, porque asumen al 100% su papel de congresistas", explica Rafael Gómez, profesor y responsable del programa Investiga en el centro compostelano.

Solo cien muchachos de la edad de Iria, de entre los 1.225 candidatos -otros tres colegios gallegos lo intentaron-, consiguieron presentar en el congreso sus trabajos sobre materias tan actuales como diagnóstico genético de enfermedades en el siglo XXI, arquitectura bioclimática, percepción artificial, nano-robots o clonación. Y finalmente 16 de ellos han sido elegidos para participar en la "Semana del Investigador", que les ofrece la posibilidad de conocer de primera mano durante siete días el funcionamiento de un centro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, en este caso el Instituto de Salud Carlos III, encargado de coordinar la investigación sanitaria pública en España. "Trabajará durante una semana codo a codo con un experto", explica Gómez. Pero eso no es todo: la recompensa incluye también un viaje a Doñana, donde podrán compatibilizar ocio y ciencia.

Aunque los sueños de Iria se inclinan más por "salvar vidas" ejerciendo la medicina en algún "hospital", su paseo por la biotecnología le ha servido como experiencia preparatoria para lo que se le avecina, ya que a partir del curso que viene será de las primeras en estrenar el Bachillerato Internacional, en el que se enfatizan la investigación y el desarrollo de aportaciones propias. "En Bachillerato los trabajos van a ser muy difíciles, pero este era muy completo y creo que me va a ayudar", sostiene.

Iria cuenta con la ventaja de ser "muy organizada". Lo demuestra el que pueda compatibilizar el estudio -sus materias favoritas son la biología, la historia y el inglés-, con la práctica del patinaje artístico de competición en grupo y aficiones como el dibujo y la natación. Y todavía, añade, encuentra tiempo para salir con sus amigos.

Entre tanta actividad, Iria echa una ojeada al futuro para confesar que le gustaría que la crisis haya "acabado" cuando le toque ingresar en el mundo laboral. Confía en que saber inglés, francés y alemán contribuirán a mejorar sus expectativas. Mientras, mirando a los investigadores que ya luchan por sobrevivir en ese entorno ahora hostil, admite que le parece "muy triste tener que irse fuera a investigar". "Invertir en ciencia e investigación es importante porque es el futuro. Si España invierte más ciencia, tendremos más recursos y empleo", proclama.