Apiterapia, cosmética, propóleos, polen... y un sinfín de derivados de las colmenas -además de la miel- capitalizan en la actualidad una gran demanda, que no entiende de crisis. Así lo asegura una de las personas que más sabe del sector en Galicia, el biólogo y secretario técnico de la Asociación Galega de Apicultura, Xesús Asorey, que defiende el boyante sector que está detrás de esa miel más oscura y característica de Galicia, tan afectado últimamente.

Asorey no tiene dudas en la influencia de los plaguicidas sobre las abejas y los culpa de una merma de 540.000 enjambres en el campo gallego en dos décadas. La alegría y felicidad por la noticia dejan paso, sin embargo, al escepticismo: "Habrá una mejoría, pero no va a ser total; creemos que no serán suficientes dos años de veto ya que son necesarios treinta para que las sustancias desaparezcan de la tierra", asegura.

Del mismo modo, el experto se pregunta "¿quién y cómo se va a controlar el cumplimiento de la medida?". Y es que para Asorey, hay muchos particulares en fincas que usan estos productos -de dos conocidas casas comerciales- para sus frutales. "La medida no representa una prohibición total; hay excepciones, como los invernaderos, así que dudamos que sea suficiente", indica.

En el lado positivo de su análisis se halla el hecho de que las colmenas se extiendan cada vez más a territorios urbanos. "En París hay 10.000 colmenas en casco urbano, entre ellas 40 en el tejado del Palacio de la Ópera, cuya miel se vende", comenta. También reseña con ilusión el gusto por las abejas de los actuales inquilinos de la Casablanca: "Michell y Barack Obama tienen dos colmenas", sonríe.