Tamara, la hija de la reina de corazones y el marqués de Griñón, recibió la confirmación. Un paso más en su recién encontrada fe. Lo hizo, además, entre un millar de jóvenes y sin su mediática familia. Dicen que les rogó que no fueran para no convertir aquello en un reportaje de revista. Vale. Pensarán que es cosa de los cronistas rosa, pero no. Hasta una web católica se asombra, valga la redundancia, de la "asombrosa conversión" de la chica, acostumbrada a lujos y fiestas. - insinúa que el ambiente que la rodea es más bien ateo por culpa del "tío" -así es como llaman los hijos de Isabel a los maridos de su madre que no son su padre- Miguel. Exministro socialista, recalcan en el sitio. Mamá debe ser devota del preyslerismo, como todas, no va a ser ella menos. Pero que Tamy se confirme es lógico, aunque no esté pensando en recluirse en un convento. Ella es una creyente moderna. Recibe el Evangelio en su iPhone. ¿Y? ¿Acaso no tuitean ahora los papas? Francisco, sin número, a Tamara le parece "la pera". Isabel la reprende por espontánea. "Mi madre me ha dicho que, aunque me pregunten de política, no diga nada porque meto la pata y la fastidio. Igual que cuando lo del Papa". Y termina: "Pero es que me parece eso, la pera". Pues tú di que sí.

Sharon Stone ha dicho que "tener un hijo es como tener un bolso. Puedes ir a cualquier sitio con él, en cualquier momento, es tranquilo y sencillo. Dos es dulce. ¡Tres, un circo!". También le atribuyó una feria nupcial de Valencia a Carmen Lomana aquello de que el novio, en la boda, es un complemento más, frase que ella negó haber dicho jamás. Pero ojo, el cociente intelectual de la Lomana no es público, pero el de Sharon es de 154. Para que se hagan una idea, según el test que se autoinfligieron los colaboradores de Sálvame, el de Karmele era de 55. Así que yo que ustedes no juzgaría tan rápido. Aunque no pierdan de vista que la protagonista de Instinto Básico estuvo en España el verano pasado con Jorge Javier. Quizá le presentase a su troupe. Y todo se pega.

Mariló no da tregua. Lo ha vuelto a hacer. La presentadora tiene problemas con el micrófono de solapa. Le dan el de mano. Cosas del directo. Le pasa a todo hijo de vecino. Pero ella no es cualquier hija de vecino. Y, ni corta ni perezosa, se coloca el aparato en el canalillo, generoso pero contenido, del escote. Los técnicos de sonido no dan crédito. Se deduce por la reacción de la periodista: "¿Lo tengo que tener en la mano y no aquí?", refunfuña. Y, entonces sí, surge la Mariló Montero inmensa, inimitable, la de las grandes frases y sentencia: "La Jurado se lo ponía aquí y cantaba muy bien". Y ahí se queda el micro hasta que uno del equipo repara el de pinza y corre raudo a cambiárselo. Por temor al acople, imagino.

La vida de Julián Muñoz, aka Cachuli, exalcalde de Marbella, exnovio de Isabel Pantoja, reo y literato, recuerda a las películas de Pajares y Esteso. Lo dice Miguel Ángel Ordóñez, el biógrafo del primero. "Muchas escenas recuerdan a Pajares y Esteso". Así lo dice. ¿Será por esos encuentros del prototipo de macho ibérico, más beta que alfa, eso sí, con la actriz de destape? Y si es así, ¿hará referencia a secuencias como esa descrita en el libro de la ofrenda del pecho de la tonadillera a su amante -muy Bigas Luna- antes de salir al escenario? ¿o a la forma y lugar donde cuenta que conoció a su exmujer? Y además ¿Julián sería Esteso o sería Pajares? Porque no es lo mismo. ¿Y si Julián es Esteso quién es Pajares y viceversa? Al exalcalde jamás se le ha visto, que yo sepa y hasta donde mi memoria alcanza, sin bigote. A calzón quitado, como asegura él que narró sus vivencias, sí, en la cubierta de un yate en portada de Interviú, pero sin mostacho nunca. Y por último, ¿En qué títulos estaba pensando el retratista: Los bingueros, Los liantes, Los chulos, La Lola nos lleva al huerto quizá?

Hay quien piensa que no, viendo lo abigarrado de la decoración. Pero tiene que doler desprenderse del baño de tu madre. La duquesa de Alba y herederos han subastado el mobiliario art decó que el fallecido duque Jacobo encargó para acompañar las horas de aseo personal de su esposa como regalo de boda. Cosas de aristócratas. Han hecho caja, sí, pero ¿y los recuerdos? Nadie podrá decir que doña Cayetana no sea una sentimental. Al sepelio del torero que fue su amor de juventud y rebeldía, repudiado por el padre con éxito a diferencia de Alfonso Díez, repudiado por los hijos sin éxito, no pudo asistir, recuperándose como está de su último paso por el taller, en palabras de su amigo regio. Pero envió a su marido actual. En un alarde de liberalidad. Otro.

Ahora que Bisbal se compra un yatecito para pasar el trago de la ruptura con su novia, va el Rey y se desprende del Fortuna. El Fortuna era en realidad el Fortuna III e igual no tenía un nombre muy indicado, según cómo se mire y a qué acepción se acoja una. Del barco en cuestión quedarán para la historia muchas imágenes, pero yo me quedo con Diana de Gales y su biquini rojo. Entre las muchas barbaridades (sin segundas) que narra Andrew Morton en su último libro, la embarcación habría sido testigo de los requiebros borbónicos a la lady que, horrorizada, se habría quejado a su marido Charles. Con escasa fortuna, valga el juego de palabras, a decir del autor, ya que el lord le vino a decir, con la famosa flema británica, aquello de que de bien nacidos es ser agradecidos. Interpretaciones acerca de la renuncia al yate hay muchas. Pero la más impresionante, de lejos, es la de la celebridad, icono de estilo, maestra de elegancia, concursante de reality y acerada analista de la actualidad Carmen Lomana. "Lo del Fortuna, pues es una familia que está tan desestructurada, que para qué va a ir él solo en el Fortuna, se moriría de aburrimiento, por eso lo habrá dejado". Nada que añadir.