La pequeña Carmen nació prematura y con múltiples patologías, entre ellas, una hemorragia cerebral y una doble septicemia. Su vida estaba en peligro desde el minuto cero. Por ello, su padre, al mirar el calendario y comprobar que la pequeña había nacido el 15 de octubre (de 2008), día de Santa Teresa de Jesús, buscó por internet un convento Carmelita en Valencia. Lo encontró en Serra y se fue para allí, de noche, nervioso, desesperado, buscando orientación o consuelo.

Allí, las monjas Carmelitas lo recibieron con los brazos abiertos y le explicaron que acababan de llegar unas estampas de un matrimonio francés al que acababan de beatificar: Louis Martín y Zélie Guerin, padres, además, de santa Teresita de Lisieux. La familia y amigos de Carmen se pusieron a rezar al matrimonio recién beatificado, mientras desde el monasterio de las Carmelitas descalzas de Serra iniciaron una novena y centraron sus pensamientos en la niña. Y la pequeña Carmen empezó a mejorar.

Hoy, la niña tiene 4 años y está sana y sin secuelas. Y la Iglesia está investigando su caso ante un posible "milagro" porque nadie tiene respuesta científica a la "inexplicable" curación de la pequeña. Ni tan siquiera ocho médicos valencianos que han testificado en la "inexplicable" curación de la niña, ni las otras diez personas que han declarado en un proceso que ha durado cinco meses.

Y es que ayer, el arzobispo de Valencia, Carlos Osoro, clausuró la fase diocesana del proceso canónico que inició el pasado 7 de enero, cuando se constituyó el tribunal que ha estado recogiendo la documentación y los testimonios. Ahora, el expediente se trasladará a Roma -de la mano del carmelita italiano Antonio Sangalli- para presentar ante la Congregación para las Causas de los Santos toda la documentación sobre el presunto milagro en la niña valenciana. La clausura de la fase diocesana -que se celebró en en el palacio Arzobispal- contó con la participación de los obispos de las diócesis francesas de Bayeux-Lisieux y de Séez, Jean-Claude Boulanger y Jacques Habert, así como del rector y el abad de la basílica de Lisieux, monseñor Bernard Lagoutte y Thierry Henault-Morel.