"En general los seres humanos no somos perversos ni santos, sino un poco de todo, y eso hay que entenderlo y respetarlo. El ser humano es impredecible, nunca conocerás su fondo", decía ayer en el Club FARO la escritora colombiana de larga residencia en España Ángela Becerra. Presentada y entrevistada por Estro Montaña, catedrático de Lengua y Literatura Española, afirmó que la escritura era para ella algo maravilloso. "A mí la vida cotidiana me aburre soberanamente y huyo de ella por la ventana de la literatura".

Premio Azorín de novela, autora de "Memorias de un sinvergüenza de siete suelas" (Planeta), explicó el origen de esta última obra, relacionándolo con su vida. "Por un lado está un hombre que conocí hace años en un Carnaval de Venecia, disfrazado de Giacomo Casanova. Aquel hombre disfrazado había perdido su identidad: se comportaba absolutamente como si fuese Casanova, no como los demás, que simplemente estábamos vestidos de un personaje... También conocí a otro hombre que parecía muy claro, pero con el tiempo, descubrí que era un sinvergüenza. Todos hemos conocido sinvergüenzas, ya sea un seductor, un tramposo, un erudito que va robando..."

"Yo quería -explicó- hacer un trío de pasiones, llevar los sentimientos al máximo, ver hasta dónde aguantaban mis tres protagonistas. Y, a medida que se escribía la novela, se iba decantando a una denuncia a la doble moral, la trampa, el parecer, el ego? Es un Casanova del siglo XXI que muere de forma extraña y a cuyo funeral van quienes lo odiaron y amaron mientras él, su mujer y su eterna amante desgranan detalles de sus vidas. No debe confundirse el Casanova con un Juan Tenorio porque este es un misógino que disfruta haciendo daño a las mujeres mientras que el Casanova es un devorador de instantes. Francisco, mi personaje masculino, no es solo un seductor, es un sinvergüenza que se vale de sus habilidades para medrar en sociedad".

Un pavo real

Pero la base es, según Becerra, un trío de pasiones llevadas al límite. "El sinvergüenza de mi novela es un tipo que busca ser reconocido, que compensa sus vacíos con la posesión; cada vez que desvirga a una mujer, se comporta como un pavo real, que realmente es lo que él es, un pavo real con un ego enorme..." Comenta la escritora que para ella fue un reto meterse en primera persona en un personaje masculino tan complejo y, a una pregunta sobre cómo eludir el pudor a la hora de desnudar sentimientos, respondió: "Hay que dejarse ir sin pensar en tu nombre y apellido. Ojalá pudiéramos hablar de la sensualidad o el erotismo con la naturalidad con la que se habla de la comida",

La autora, que afirmó que en la vida hay que pasar con pena si no hay más remedio y con gloria "si es posible", que "hay que gozarla y llorarla", dijo de su personaje central que no era un gimnasta sexual sino alguien que tenía una dicotomía corporal. "Separa el amor del sexo porque vive esa dualidad, de cintura para abajo y de cintura para arriba. Ya digo, la doble moral".

¿Se puede vivir en España de la literatura sin los premios? A esa pregunta respondió Becerra que los premios sirven de altavoz pero no son suficientes "porque la historia tiene que ganarse al lector". "En cualquier caso, en España estamos viviendo un momento muy difícil para las artes, muy duro para la creación. ¿Se puede vivir de la literatura? Sí. Siempre que seas mínimamente conocido y tus expectativas no son vivir en un palacio. Te puede dar para ir tirando con las pequeñas grandes cosas de todos los días. Pero debo decir que, para publicar mi primera novela, golpeé sin éxito la puerta de nueve editoriales españolas y al final la publiqué en una pequeña editorial colombiana".

Autora ya de seis obras de ficción, dice que "la novela es un ente que empieza a caminar y tienes que dejarla ir. A medida que escribes, los personajes quieren coger vida propia. Yo no necesito más que mis personajes, que me dan calor, siento que me calientan cada día que paso con ellos".