Fueron los años felices. Una época en la que después de superar la Primera Guerra Mundial estaba casi prohibido volver al estilo tradicional y a las costumbres arcaicas. Con la llegada de "El Gran Gatsby" a las pantallas de todo el mundo, los dorados años 20 se vuelven a apoderar de las pasarelas, la calle y los armarios de los fashionistas, los amantes de la moda. Esta nueva revisión del texto de Francis Scott Fitzgerald se convierte en una máquina del tiempo que nos permite nadar entre esmóquines, pajaritas, vestidos sueltos con flecos, siluetas rectas, encajes, sedas, lentejuelas, pieles, terciopelos, tocados bandeau, turbantes con plumas y collares de perlas swingy. El hollywoodiense reparto formado por Leonardo Di Caprio, Carey Mulligan y Tobey McGuire pasean por los escenarios más lujosos con estilimos firmados por las grandes casas de moda. Para ellos, Brooks Bros; para ellas, Miu Miu Prada y Tiffany.

No es la primera vez que la diseñadora Miuccia Prada colabora con el realizador Baz Luhrmann, ya en la moderna versión del clásico de Shakespare "Romeo y Julieta" -también con Di Caprio- la modista italiana se encargó del vestuario. Además, vuelve a contar con su oscarizada mujer, Catherine Martin, para supervisar todo el estilismo. El tándem Martin-Prada ha conseguido enamorar a la critica al conseguir reflejar de manera casi perfecta el estilo flapper de finales de los años 20. Las flapper, esas jóvenes liberales cuyo estilo bebía del jazz y que se acercaba peligrosamente a lo masculino, hasta el punto de que muchos hombres las vieran como rivales profesionales y sexuales, revolucionaron por completo el mundo de la moda. Tanto que no hizo falta rebuscar mucho para encontrar las referencias que ellas crearon en las tendencias actuales. Martin analizó los archivos de Prada y logró convencer a Miucca de que 41 looks de su firma y de Miu Miu con sólo unos pequeños retoques podrían evocar el estilo de la época.

A diferencia de la versión realizada por Jack Clayton, en la que Mia Farrow y Robert Redford posaban con los diseños de Alta Costura de Ralph Lauren, los seguidores de tendencias verán desfilar propuestas de la casa italiana para la primavera-verano 2011 con pequeñas adaptaciones. Líneas rectas y precisas, estructuras visibles, funcionalidad vinculada a un valor estético propio, se encargaron de que la moda de esta década perdure año tras año. El look flapper se apoderó de temporadas icónicas como algunas de las de John Galliano para Christian Dior y del estilo de la grande entre las grandes, Coco Chanel.

Como ya ocurría en aquella época, los complementos son en la película grandes protagonistas. Las joyas de la casa Tiffany & Co. ha creado piezas a base de sus deseados diamantes y de la piedra más utilizada por esta clase social rendida al lujo y las bacanales, las perlas. Son pocos los que se puedan llevar a casa una de estas destellantes piezas. Por eso, la marca de joyas ha creado una exposición en una de sus tiendas de la Quinta Avenida de Nueva York con algunas de ellas. Tiffany no ha sido la única que ha aprovechado el tirón. Este efecto Gatsby se ha apoderado de los escaparates de las grandes firmas de moda y de las alfombras rojas. Firmas como Gucci, Chanel, Versace o La Perla y diseñadores como Ralph Lauren, Marchesa o Roberto Cavalli se han dejado seducir por el glamour, la feminidad y ese estilo retro tan atractivo de principios del siglo XX y no han dudado en crear vestidos de auténtica locura y que hacen soñar a cualquier mujer que quiera estar a la última. Parece que el estiloso poder del Gran Gatsby ha traspasado las pantallas y amenaza con quedarse.

El primer paso es casi una obligación: romper con los esquemas y las normas. Ellas reinventaron el corsé para adaptarlo a sus siluetas desenfadadas y para eliminar su connotación opresora. Así que se acabaron las prendas incómodas, sólo se permiten en los casos en los que otorguen una sensualidad irresistible. Esta mujeres vivarachas y alegres acortaron las medidas de sus faldas, eliminaron las mangas en sus vestidos y redujeron sus cabellos a la mínima expresión, casi siempre acompañado de un gorrito perfectamente encajado o un turbante que no dejaba escapar ni un sólo pelo. El maquillaje también goza de estridencias. La palidez del rostro se completa con una buena dosis de colorete, ojos perfilados en negro y labios del rouge más intenso. Ser flapper en el 2013 está más de moda que nunca.