El texto de la obra "Último cowboy" -protagonizada por Miguel Pernas y Luma Gómez, con Teatro do Noroeste- acaba de valerle al consagrado director Eduardo Alonso un premio MAX en la categoría de mejor autor teatral en gallego.

-Ya obtuvo un premio MAX en 2009 por su texto "Extrarradios". El musical "Imperial, Café Cantante, Vigo 1936" recibió cinco galardones María Casares. Ahora, "Último cowboy" logra otro MAX. ¿Qué representa la distinción en este momento?

-Este MAX representa un pequeño empujón, porque creo que estamos pasando los peores años de nuestra existencia. Los momentos peores, peores. Y yo empecé en esto en la época de Franco. Es decir, que sé muy bien lo que son tiempos malos. Además, después de tanto trabajar para que las cosas fuesen de otra manera, llegar a esta situación te causa un cierto desánimo. Un premio da ánimos.

-Precisamente fue usted el primer responsable del Centro Dramático Galego, en 1984, e impulsor del Igaem, en 1987.

-Durante muchos años me dediqué a trabajar para que se crearan infraestructuras en Galicia, como el CDG, o el Igaem que ahora es Agadic. En fin, para que las cosas fueran mejor. También participamos para construir la Red de teatros. Muchos compañeros en los años 80, en plena efervescencia porque estábamos en la treintena, nos esforzamos para convencer a los políticos para que en Galicia hubiera una actividad teatral normalizada. Conseguimos algunas cosas, pero ahora en pocos meses las están desmontando.

-¿Qué salud diagnostica hoy a ambos organismos ?

-Están muy mal los dos, pero el CDG tiene una ventaja: una semilla de creatividad. Ahí están los creadores y aunque hagan pocas cosas, eso le dará siempre posibilidades y brillo para renacer. Pero el Agadic es un organismo totalmente inservible en este momento. Es más, es un verdadero problema para hacer teatro en Galicia. Han conseguido transformarlo en el peor atranco que uno se puede encontrar para trabajar con tranquilidad. Reconozco que hoy a los profesionales nos da desconfianza.

-Hubo encierros por las subvenciones, pero ¿dónde está el problema de fondo?

-En la forma de gestionarlo, en los objetivos que tiene, en la forma de comportarse con los profesionales, en las subvenciones que publican y son mentira. A nosotros nos dieron una para hacer una gira con "Último cowboy" y nos retiraron 3.000 euros; no he podido pagar las dietas a los actores ni a los técnicos. Ahora, nos dicen que vayamos al Contencioso-Administrativo ¡Y no somos solo nosotros!

-La entrega de los MAX se convirtió en una reivindicación de las artes escénicas contra la resignación. "¿Por qué pedir al cielo lo que está en nuestras propias manos?"

-Hay que ponerse a ello, pero está en nuestras manos cambiar las cosas si lo hacemos entre todos. Quizás sean solo unos meses más, pero en Galicia además de crisis, el teatro tiene el problema de la desidia política. El Agadic puede transformarse en otra cosa. Echamos de menos que sean los jóvenes los que se pongan a la cabeza; están haciendo cosas muy interesantes como cabaret o microteatro. La creatividad va a nacer por cualquier sitio, aunque le pongas una losa, saldrá por las rendijas. Pero veo pocas posibilidades de que las cosas sean como hace tres años. Se organizarán de otro modo.

-Escribió sobre la crisis que nos desfonda, sobre Europa... ¿cómo logra una comedia?

-Es una comedia ácida, con mucha ironía. El planteamiento gira en la historia de dos personas. Es un jubilado de la banca, viudo que no quiere que sus hijos lo mangoneen demasiado y contratan a una ex enfermera de Albania. Y la relación de estos dos personajes tan distantes, pero tan cercanos, hace que al final acaben aliándose contra el sistema.

-¿Representan la vieja y la nueva Europa?

-Ambos hablan de épocas pasadas. De la comunista en Albania y de la de Franco. Se dan cuenta de que en el fondo, el sistema los apartó de un manotazo.

Ficha Personal

Eduardo Alonso (Vigo, 1948), ingeniero técnico naval, licenciado en Imagen y Periodismo por la Complutense de Madrid, cursó también Arquitectura y Arte Dramático. Comenzó en teatro en 1965, cofundador de las compañías "Teatro Zoo" de Madrid o de "Teatro Andrómena"y "Teatro do Noroeste" en Compostela.