El infierno que Ariel Castro había montado en su casa de Cleveland (Ohio, Estados Unidos), donde tuvo secuestradas a tres mujeres durante una década, se está abriendo y de su interior surgen todo tipo de horrores. La prensa estadounidense ha revelado que Castro, según los testimonios de las cautivas, celebraba todos los años con sus tres víctimas el aniversario de su secuestro con una tarta y una cena especial. Trataba de hacérselo ver como su nuevo cumpleaños. Pero esta liturgia de tan mal gusto no era precisamente lo peor de aquel cautiverio: Michelle Knight, de 32 años, una de las secuestradas, ha contado que la dejó embarazada en numerosas ocasiones -al menos cinco- y que entonces no le daba de comer y le golpeaba en el estómago repetidamente hasta que perdía al bebé.

Otra de las víctimas, Gina de Jesús, de 23 años, ha contado que las tenía "como perros". La experiencia de Amanda Berry, de 27 años y quien tuvo una hija durante el cautiverio no resulta menos dolorosa. El informe de la policía, según han difundido medios estadounidenses como The New York Times, releva como esta joven tuvo a su hijo en una piscina de plástico, y que Michelle Knight actuó como comadrona. La madre contó a la policía que Castro la había amenazado de muerte si el bebé fallecía. Michelle se percató de que el recién nacido había dejado de respirar y ella, inmediatamente, empezó a hacerle la respiración boca a boca. Fue por más por instinto de supervivencia que maternal. Ella contó a la policía que "respiraba por ella misma", para mantenerse viva frente a las amenazas de su captor.

Michelle es la mayor de todas las cautivas y la que más tiempo estuvo en la casa de los horrores. Es la única que sigue hospitalizada y aún no se ha reencontrado con sus familiares. Las otras dos les han pedido a sus allegados que nos les pregunten demasiado por todo lo que pasó en aquella casa.

Ahora el proceso judicial está en marcha y este caso que ha conmocionado a todo Estados Unidos, está levantando las más duras peticiones de condenas. El fiscal del condado de Cuyahoga, en Cleveland, Timothy McGinty, aseguró ayer que estudiará solicitar la pena de muerte para Ariel Castro. Además, la juez del Tribunal Municipal de Cleveland (Ohio) Lauren Moore ha impuesto una fianza de ocho millones de dólares (6,1 millones de euros) al sospechoso del secuestro.

La fianza se desglosa en dos millones de dólares por cada uno de los cuatro cargos por secuestro, correspondientes al rapto de las tres mujeres y la hija de una de ellas, nacida durante el cautiverio. Castro compareció ayer jueves por primera vez ante el Tribunal Municipal de Cleveland, en el que fue acusado de cuatro cargos de secuestro y tres de violación. Castro, que está sometido a vigilancia para impedir su suicidio, no se declaró ni culpable ni inocente y, de hecho, no pronunció ni palabra durante la vista. Vestido con una camisa azul oscura, mantuvo la cabeza baja durante toda la comparecencia y firmó con mano temblorosa los documentos que le han entregado. "La situación ha cambiado", ha aseguró ante el tribunal el asistente del fiscal del condado de Cuyahoga, Brian Murphy. "Castro es el cautivo", apostilló. Castro seguramente será acusado de más cargos cuando comparezca ante un jurado. El sospechoso está representado por un abogado de oficio. Los dos hermanos de Ariel Castro, Onil y Pedro Castro, no han sido acusados de ningún cargo. Los dos hombres han comparecido ante el tribunal por faltas menores y han sido puestos en libertad.

Las autoridades avanzan hacia el castigo de los culpables y los vecinos se disputan el puesto de héroe nacional por de haber descubierto a las tres cautivas, después de casi una década atadas como animales a pocos metros de sus casas. Contra a lo que la gran mayoría de medios de comunicaciones estadounidenses han estado informando desde el lunes, no fue Charles Ramsey, quien ayudó a Amanda Berry a escapar de la casa de Castro rompiendo la puerta con el pie. Según declaró ayer a la agencia Efe Aurora Martí, que vive en la casa situada enfrente a la de Castro en la Avenida Seymore de Cleveland, ella fue la primera que acudió a la puerta en cuanto oyó los gritos de socorro. "Me acerqué corriendo cuando la chica empezó a gritar en inglés que la ayudásemos. Me dijo que era Amanda Berry pero yo le dije que no, que Amanda estaba muerta", declaró Martí mientras otro vecino confirmaba asintiendo con la cabeza. Amanda estaba viva.