El director de cine y guionista austríaco Michael Haneke, uno de los intelectuales más respetados de Europa, recoge el último de los abrazos españoles, el Premio Príncipe de Asturias de las Artes, tras haber recalado en el Teatro Real con su "Così fan tutte" de Mozart y ganar un Goya por "Amour".

"Haneke ilumina y disecciona con deslumbrante maestría aspectos sombríos de la existencia como la violencia, la opresión y la enfermedad, que afronta con extraordinaria sobriedad formal a la vez que abre espacios a la persistencia consoladora del amor, la confianza y el compromiso", ha destacado el jurado.

Nacido en 1942 en Múnich (Alemania), pero de nacionalidad austríaca y adoptado culturalmente por Francia, Haneke empezó su carrera como realizador independiente en 1970, ha trabajado para el cine, el teatro y la televisión y ha obtenido numerosos premios por unas obras de estética muy expresiva y provocadora que suelen generar controversia.

De hecho, "Amour", su última película, ha borrado del mapa todas las películas con las que compitió en más de 40 festivales; con ella, Haneke obtuvo desde el Óscar a la Mejor Película de Habla no Inglesa, al Premio del Cine Europeo (que ya ganó otras dos veces); la Palma de Oro de Cannes; el BAFTA británico; el Globo de Oro y el César francés, y también el Goya.

Según han desvelado fuentes de la Fundación Príncipe de Asturias, Haneke logró imponerse en la última ronda de votaciones al coreógrafo cubano Carlos Acosta, el final de una carrera en la que compitieron un total de 33 candidaturas, entre ellas, las del artista estadounidense Bruce Nauman, el compositor estonio Arvo Pärt y la artista de performance serbia Marina Abramovic.

Este nuevo "abrazo" al intelectual austríaco, concedido por su "aportación relevante al patrimonio cultural de la humanidad", pone la cuarta pata a una mesa que empezó en el Real, siguió en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, que le concedió su Medalla de Oro, y días después en la gala de los Goya, con el premio a la mejor película internacional.

Durante la presentación en febrero de su versión para el Teatro Real de "Così fan tutte", la segunda incursión del cineasta en el terreno operístico, tras debutar en la Ópera de París con "Don Giovanni" (2006), el bábaro de nacionalidad austríaca explicaba en Madrid su relación con el músico de Salzburgo: "Con Mozart estás condenado a fracasar. La gran cuestión es a qué nivel va a estar tu fracaso".

Perturbador y sombrío

El nuevo premio Príncipe de Asturias de las Artes es autor de cintas tan perturbadoras, no sólo para el hacer cinematográfico, sino para los sentimientos de los espectadores, como "Funny Games" (2007), "La pianista" (2001) o "Caché" (2005).

"Tanto el cine como la ópera son una cuestión de ritmo", afirmaba entonces el cineasta, quien no obstante precisó su disgusto por las bandas sonoras que "sirven para ocultar las debilidades del guión".

Haneke, también profesor y, en sus inicios, crítico de cine, ganador de dos Palmas de Oro con sus dos últimas películas (la citada "Amour" y "La cinta blanca", 2009), y dramaturgo, también habló en aquella ocasión de ese canto al amor otoñal, brutal y conmovedor que es "Amour".

"'Amour' es una película que, si eres joven, te afectará porque pensarás en tus abuelos; si no eres tan joven, te afectará, porque pensarás en tu padres y, si eres mayor, pensarás que es algo que te puede suceder a ti".

El director que mostró a Isabelle Huppert cercenándose el clítoris en "La pianista" o filmó un sádico secuestro a una familia burguesa en "Funny Games", asegura que no hace películas "para que el espectador sufra, pero, si sufre, tendrá sus razones", todo un reto intelectual que el cineasta justifica porque él sólo hace "las cosas que me dan placer".