El equipo de Andreu Hervàs, especialista en risoterapia, se ha propuesto alegrar el día a los usuarios del metro. Ocupan su sitio en el vagón, y sin motivo aparente, empiezan los ataques de risa. Tras la sorpresa inicial, la mayoría no puede evitar el contagio. Algunos pierden hasta la compostura. Y otros no pueden evitar llorar de la risa.