Tienen casi la misma edad y perfiles con muchas similitudes, tienen licenciaturas universitarias y ambas esposas son plebeyas. Guillermo Alejandro y Máxima son los primeros príncipes herederos de la generación de Felipe y Letizia en reinar. La comparación se hace inevitable. Los reyes de Holanda se convierten así en punta de lanza o laboratorio de ideas donde probar nuevas fórmulas para renovar las monarquías europeas en declive.

Hay bastantes puntos comunes en las biografías de ambas parejas. Guillermo Alejandro y Felipe tienen casi la misma edad (Felipe 45, Guillermo acaba de cumplir 46), y formación universitaria. Ambos se casaron con plebeyas y tuvieron que salvar las reticencias de sus padres para imponer el amor al deber de Estado.

Máxima Zorreguieta arrastraba como handicap el paso de su padre por el Gobierno dictatorial de Videla en Argentina. Letizia Ortiz estaba divorciada. Tanto una como otra han contribuido a mejorar la imagen de sus maridos, acercarlos a sus pueblos y aumentar su popularidad.

Letizia y la reina consorte de Holanda (41 y 42 años) también comparten cosas, además de la lengua castellana: Eran profesionales en activo cuando se casaron con sus príncipes, son madres de niñas (la argentina tiene tres; la española dos) y en sus manos tienen la educación de dos futuras reinas (aunque en España, mientras no se modifique la Constitución, si naciese un varón prevalecería sobre la infanta Leonor).

Las dos son iconos de estilo si bien a la nueva reina se la considera más derrochadora que a la princesa de Asturias (al menos, eso sostiene la revista Point de Vue). A los herederos al trono de España no se les ha pillado en falta hasta el momento como a los entonces príncipes de Orange. Máxima y Guillermo se vieron obligados a vender una fastuosa villa que se estaban construyendo en Mozambique, supuestamente pagada a través de paraísos fiscales.

La gran diferencia es que Guillermo y Máxima ya se han ceñido la corona -en sentido figurado-, ya que la tradición holandesa no incluye la coronación física. Lo hicieron el miércoles en presencia de los príncipes de Asturias y el resto de delfines. Son la punta de lanza, el banco de pruebas de la denominada "generación Letizia", la de herederos que esperan el trono -el resto de regentes no tiene hoy por hoy intención de abdicar- en el momento más crítico de la institución monárquica prácticamente en toda Europa, sin casas libres de escándalos y, se presume, con otro "talante".

El monarca de los Países Bajos ha dado pistas sobre una posible cesión de poder.

Se ha mostrado dispuesto a aceptar reformas que lleguen incluso a relegar la corona a un papel meramente representativo y en su primer discurso como rey dejó claro que la monarquía "no es estática". Guillermo y Máxima son, para Felipe y Letizia, un espejo en que mirarse.