Guillermo Alejandro de Orange y Máxima Zorreguieta y son desde ayer los nuevos reyes de los Países Bajos. Y también los primeros monarcas que acceden al trono en el siglo XXI. Mientras esperan su turno Felipe de Borbón y Letizia Ortiz en España o Haakon y Mette-Marit en Noruega, la pareja heredera de la corona holandesa fue entronizada después de que la reina Beatriz, madre de Guillermo Alejandro, de 46 años, abdicara y volviera a ser sólo princesa.

El pasado 28 de enero, la reina Beatriz, de 75 años, anunció al país que seguiría el ejemplo de su madre, Juliana, y de su abuela, Guillermina, y abdicaría en su hijo. Ayer puso fin a 33 años de reinado en una breve ceremonia de apenas 15 minutos que permite sentar a un varón en el trono holandés por primera vez desde 1890, cuando murió Guillermo III.

Tras la firma del acta de abdicación por la ya princesa Beatriz -que tuvo lugar en el salón de Moisés del Palacio Real de Amsterdam-, la comitiva real y sus 2.400 invitados se trasladaron a la Nieuwe Kerk o Iglesia Nueva, un templo neogótico de más de 600 años que alberga los actos más importantes de la vida de la familia real holandesa.

Allí, Guillermo Alejandro, que llevó sobre el frac el manto de investidura -una prenda que todos los monarcas holandeses han vestido desde 1815-, pero sin ceñir la corona, fue investido rey de los Países Bajos por los Estados Generales, 150 diputados y 75 senadores que, con la excepción de dieciséis -que lo consideraron reiterativo-, prometieron de nuevo la Constitución.

A la solemne ceremonia, que duró algo más de una hora, asistieron también los miembros del Consejo de Ministros, el Consejo de Estado y los gobernadores y los primeros ministros de Aruba, Curaçao y Sint Maarten, que también prometieron fidelidad a la Carta Magna.

El buen rey

Durante su discurso, el monarca más joven de Europa aseguró que protegerá "la libertad y los derechos de todos los holandeses y todos los residentes en los Países Bajos" y que dedicará "todos los medios" que las leyes pongan a su alcance "para el mantenimiento y el fomento de la prosperidad, tal como debe hacer un buen rey".

También dijo Guillermo Alejandro que "la democracia se basa en la confianza de los ciudadanos en el Estado y viceversa... La monarquía no es estática, es también un símbolo de continuidad".

"Mi madre ha sido monarca, esposa, madre e hija, y no ha fallado en ninguna de sus responsabilidades", afirmó el rey holandés, que buscó la mirada cómplice de la ya princesa Beatriz al señalar que "ella no ha buscado la popularidad fugaz, sino los valores permanentes". De la ya princesa de los Países Bajos, su hijo, el nuevo rey, dijo que "su sabiduría y su calidez me acompañarán siempre".

La intensa jornada de la coronación de los nuevos reyes de Holanda, Guillermo-Alejandro y Máxima, terminó con un paseo fluvial por el río Ij y escuchando la llamada "canción del rey", con la que se ha querido que todos los neerlandeses canten en este día histórico. La música de la ópera satírica "L'amour des trois oranges", con música y libreto en ruso de Sergei Prokofiev, dio la bienvenida a los reyes de Holanda.