Si el paro golpea a todos los trabajadores, las personas con discapacidad son las que se encuentran en una situación más vulnerable. Así, un 78,3% de los gallegos con discapacidad en paro no ha conseguido ninguna entrevista de trabajo en el último trimestre. Sin embargo, no cejan en su empeño y un 61,1% de ellos envía currículos todos los días y un 17% manda más de cinco.

Vista la situación en la empresa ordinaria, es normal que muchos trabajadores miren hacia centros especiales destinados a las personas con un grado de discapacidad. Uno de ellos es el Centro Especial de Empleo gallego (CEE) Fuertes Servicios, un centro sin ánimo de lucro que acaba de incorporar a sus servicios la gestión de una gasolinera en A Coruña, que se une a las otras dos que ya posee, todas ellas atendidas por personas con discapacidad.

Con el objetivo de alcanzar su integración laboral y darles el mayor número de facilidades, durante todo este proceso el centro pone a disposición de estos trabajadores un grupo de psicólogos y trabajadores sociales que les acompaña en su etapa profesional, favoreciendo la integración.

Según Secundino Gómez Naveira, director de Fuertes Servicios, "hemos ampliado nuestros servicios incluyendo la gestión de gasolineras ya que presenta nuevas posibilidades de integración. Por un lado, las personas que las atienden se incorporan al mercado laboral en unas condiciones dignas de empleo y, además, normalizan su situación ante un gran número de personas que pasan a diario por estas instalaciones y demuestran que las discapacidades no impiden realizar una vida totalmente normal".

En total Fuertes Servicios dispone de cinco delegaciones en Galicia y Asturias en los que trabajan 233 trabajadores. Junto a los servicios de gasolinera, limpieza, logística o distribución publicitaria, presta asesoramiento a las empresas para cumplir con la Ley 13/1982 de Integración del Minusválido según la cual todas las empresas públicas y privadas de 50 o más trabajadores tienen la obligación de cuota de reserva del 2% de su plantilla para personal discapacitado o cumplir una serie de medidas alternativas.

Aunque nació en Guimarâes, Francisco lleva 40 años viviendo en Vigo y se considera de esta tierra. Fue en Ourense, con 18 años, cuando se pinchó en el ojo con un tojo en el monte y perdió la vista. "Seguramente si me hubiera sucedido hoy habrían podido hacer algo, pero entonces no consiguieron salvármelo", relata.

Esa discapacidad no le impidió trabajar durante treinta años como camarero en distintas cafeterías de Vigo. Pero hace unos años a este problema se unió otro de corazón que ya no le permitía ese tipo de trabajo.

"Me siento un privilegiado porque a pesar de lo complicada que está la situación incluso para las personas totalmente sanas, yo conseguí hace cuatro años este trabajo como chófer en una camioneta de reparto de publicidad", afirma. "Me gusta el trabajo y la gente se porta bien conmigo; ojalá hubiera más empresas de este tipo porque muchas otras personas necesitan un trabajo y ayudar a sus familias", concluye.