-Las críticas sobre su financiación o posible contacto con la CIA han arreciado con esta gira de 80 días por diez países, preguntándose cómo la sufraga.

--Es una pregunta que solo nos hacen a los activistas, nunca a los oficialistas. En mi caso, yo esperé cinco años para viajar. En el momento en el que se abrió el cerrojo insular fue muy fácil organizar una gira a partir de estas invitaciones de corte académico. Por ejemplo, presenté un libro en Anaya, en Madrid, que financió mi boleto (billete de avión). Mi hermana me invitó a La Florida (Estados Unidos) tras ahorrar dos años. Me fui a Holanda con un pasaje pagado por Amnistía Internacional; a Nueva York, con una universidad? Me fui a Brasil, mi primera escala, con una colecta de bloggers de allí. Todo está claro pero no quieren escuchar que está claro. Se trata de la estrategia de tú no eres digna. Nunca va a haber para ellos un cubano ético para criticar al gobierno. En cuanto a lo de la CIA, siempre se asocia al disidente cubano con el imperio. Esa es una vieja táctica. Ya no funciona. Si miras la historia de Cuba durante los últimos 54 años en Cuba no se encuentra ni un solo opositor que el Gobierno no considerara vinculado al país del norte. Yo, cuando era niña, me lo creía. El problema de Cuba no es un problema entre este país y Estados Unidos; sino un problema entre gobernantes y gobernados.

-De momento, se ha librado de ir a la cárcel. La primera bloguera cubana en ir a prisión por su actividad fue Dania Virgen García hace tres años.

-Sí, ella estuvo detenida. Ahora también hay arrestada una dama de blanco, Sonia Garro. Estamos en una dinámica interesante que es la de la visibilidad como protección. Twitter, los blogs, las redes sociales están ayudando a algunos activistas cubanos a protegerse. En el caso de Berta, estuvo 20 meses retenida pero la presión internacional ayudó mucho para que la liberaran.