"Ángel Sanz Briz salvó a miles de judíos siguiendo órdenes del gobierno de Franco. Actuó en su nombre, como no podía ser de otra forma tratándose del funcionario de una dictadura". Esa fue la tesis central de la intervencion, ayer, del periodista Arcadi Espada (Barcelona, 1957) en el Club Faro sobre los héroes de la embajada de España en el Budapest nazi.

Presentado por la periodista Cristina Losada, que condujo un diálogo con el conferenciante ante el público del Auditorio Municipal do Areal, Arcadi Espada desmontó los mitos sobre la labor de Ángel Sanz Briz (Zaragoza, 1910-1980), considerado "el Schindler español". Al frente de la embajada española en Budapest, Sanz Briz y otros funcionarios de la legación salvaron entre 2.500 y 3.000 judíos en el periodo comprendido entre junio y diciembre de 1944, tras la ocupación nazi de la capital húngara.

El principal de esos mitos es que Sanz Briz fue "un héroe solitario" que actuó al margen del régimen de Franco, una idea que Arcadi Espada considera errónea. "Me ha costado cinco años y un enorme acopio de documentos problarlo", señaló el periodista y escritor catalán, en relación al proceso de documentación que ha realizado para su último libro,"En nombre de Franco" (Espasa). "El título no es de la editorial, es mío -recalcó-. Siento la tentación de decir que he escrito un libro absurdo, para demostrar que un diplomático cumple las órdenes de su gobierno".

Espada recordó que, hasta los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial, Budapest fue un "enclave tranquilo y hasta agradable en el que la contienda se sentía como un eco lejano", y en el que los judíos "vivían con relativa tranquilidad". Pero en marzo de 1944, los nazis ocupan Hungría y se apresuran a aplicar el plan genocida de Adolf Eichmann, la "solución final". "En tres semanas -recordó Arcadi Espada- fueron llevados a Auschwitz medio millón de judíos".

Ante esta situación, las embajadas de Suecia, Suiza, Portugal y España, países neutrales en la contienda, reciben un aluvión de judíos en demanda de protección. "España era el menos neutral de los países, pero donde la protección de los judíos tuvo más importancia -apuntó-. Se pensaba que el franquismo era aliado de los nazis".

Con la coordinación del nuncio del Vaticano, Angelo Rotta, los países neutrales protestaron hasta que se creó un gueto internacional, en el que los judíos sobrevivían hacinados, pero protegidos por el principio de extraterritorialidad de los edificios de dichas naciones neutrales.

¿Qué motivó el plan franquista para salvar a los judíos? Arcadi Espada lanzó una pregunta retórica: "¿Estamos los españoles preparados para admitir que Franco o algún funcionario franquista pudo actuar en algún momento de su vida por motivos humanitarios?".

Además de la razón humanitaria, Espada explicó otra, la de la real politik. Según el autor de "Contra Catalunya", en 1944 Franco estaba muy preocupado por el destino del régimen: "Creía que, si los aliados ganaban la guerra, el régimen podía caer. Los franquistas fueron crueles, pero no idiotas. Confiaban en los gobiernos aliados, pero no tenían claro que sus opiniones públicas no les exigiesen derribar el régimen de Franco". De esta forma, diseñaron un plan para ganarse el apoyo de la opinión pública del país más decisivo, Estados Unidos. "¿Y quién controlaba los medios más poderosos, el 'New York Times' y Hollywood? Los judíos".

Según las investigaciones de Arcadi Espada, apoyadas en miles de telegramas oficiales de la época, Franco acordó con los ministros de Exteriores, Jordana y Lequerica, contactos con el Congreso Mundial Judío, en los que actuó como mediador Javier Martínez de Bedoya. Esta especie de espía operaba desde la embajada española en Lisboa, encabezada por Nicolás Franco, hermano del dictador. Espada subraya que solo se rodó una película importante contra Franco, "Por quién doblan las campanas" (1941), y que a cambio de ese buen trato se acordó la protección de los judíos de la capital húngara. Los sefardíes obtenían pasaporte español gracias a una ley de Primo de Rivera. Sin embargo, "solo había un sefardí en Budapest", destaca Espada.

Sanz Briz "interpretó con pasión humanitaria" el plan franquista, según Arcadi Espada, para quien "no hay indicios del antisemitismo de Franco". "Nunca dijo aquello de la conspiración judeo-masónica", apostilló.