La muerte del escritor José Luis Sampedro a los 96 años deja al movimiento social 15-M sin abuelos, ya que su fallecimiento se ha producido apenas dos meses después del de Sthèpane Hessel, autor del libro '¡Indignaos!', que murió el pasado febrero en París a los 95 años.

Dos hombres casi centenarios que hasta el último momento proclamaron la necesidad de una sociedad más justa, en la que el poder humano venciese a la tiranía del poder financiero mediante la rebelión pacífica.

Y lo supieron hacer. Su mensaje caló hondo en las generaciones más jóvenes hasta convertirse en referente de los movimientos sociales de los últimos años, algo que ha quedado sobradamente demostrado cuando, dos horas después de conocerse que Sampedro había muerto, su fallecimiento ocupaba el segundo lugar como tema mundial en Twitter.

La red social se ha convertido en pocos minutos en la plataforma desde donde las organizaciones surgidas al calor del 15-M y miles de ciudadanos le han dicho adiós con una muestra de admiración y respeto casi unánimes.

"Que la tierra te sea leve, compañero, que siempre fuiste joven", "deberíamos indignarnos mil veces", "gran persona, gran compañero y gran amigo" o la petición de su viuda, Olga Lucas, de que "se le llore lo menos posible, y que se siga luchando lo máximo posible", son algunos de los tuits de movimientos sociales como Democracia Real Ya, Juventud Sin Futuro o la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH).

Junto a todos ellos, miles de ciudadanos anónimos han mostrado sus condolencias y han destacado, a través de la red social, que Sampedro "aportaba cordura a esta sinrazón", y han expresado su decepción porque "al final, siempre se van los buenos".

En una carta escrita por Jose Luis Sampedro en mayo de 2011 a los manifestantes del 15M les mostraba su adhesión a la iniciativa ¡Democracia real ya!, pero, precisaba con su incisiva pluma, "interpretando la palabra 'real' como adjetivo referido a realidad y no a realeza".

Contra la tiranía del poder financiero

Unos meses antes, Sampedro se había unido a Hessel escribiendo el prólogo de su panfleto '¡Indignaos!', publicación que consideraba un llamamiento "a no aceptar sin más la tiranía del poder financiero y el abandono de los valores que encarnaba nuestra civilización (Europa)".

Aseguraba en su carta que el momento histórico imponía la acción, la movilización, la protesta y la rebelión pacífica, y mostraba su solidaridad con el movimiento 15M y con la lucha hacia una vida más humana.

El libro ¡Indignaos! (2011), de tan sólo diecinueve páginas y tamaño cuartilla, editado en Francia por una pequeña editorial y vendido a 3 euros, fue un revulsivo que salpicó a medio mundo y caló particularmente en España.

Un ataque al neoliberalismo y sus políticas y un llamamiento a la juventud para que tomara las riendas, se trataba de un panfleto que en España apareció con prólogo de José Luis Sampedro y del que se vendieron cientos de miles de ejemplares.

Pese a que Hessel y Sampedro tuvieron vidas muy diferentes, su convencimiento del declive de la sociedad actual y de que un mundo mejor era posible los mantuvo férreamente unidos en sus últimos años, gran parte de ellos dedicados a transmitir a los jóvenes, mediante su experiencia, sabiduría y educación, su "deber" de formar un movimiento pacífico capaz de cambiar el futuro.

El pensador, escritor, diplomático y resistente francoalemán Sthèpane Hessel creció en un entorno intelectual -hijo de una pintora y de un judío alemán traductor de Proust- en la familia que dio origen a la película 'Jules et Jim' de François Truffaut, y ha pasado a la historia como uno de los pocos afortunados que consiguieron escapar al horror nazi.

En 1948 se convirtió en uno de los redactores de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el anhelo de un mundo mejor.

Por su parte, el escritor, humanista y economista José Luis Sampedro (Barcelona), hijo de una familia acomodada, vivió en Tánger hasta los 13 años.

Posteriormente se dedicó a estudiar y a aprobar unas oposiciones para funcionarios de aduanas hasta que, en 1936, fue movilizado por el ejército republicano, que abandonó para sumarse al bando sublevado, al que se consideraba más afín. No obstante, su experiencia en la guerra le alejó finalmente de ambos bandos.

Ahora que Hessel y Sampedro se han marchado les toca a las generaciones más jóvenes demostrar que son capaces de gestionar el legado de estos dos sabios y que, mediante la sublevación pacífica, es posible cambiar el mundo y convertirlo en un lugar mejor.