La química puede ayudar a desvelar retazos aún ocultos del pasado y a conservar el patrimonio legado por las civilizaciones que nos precedieron. Patricia Sanmartín (Salvaterra do Miño, 1981) acaba de incorporarse a Harvard para trabajar con el equipo del reconocido microbiólogo Ralph Mitchell, cuyos estudios en la tumba de Tutankamón demostraron recientemente, entre otros hallazgos, que el faraón había sido enterrado con prisas. La misión de la gallega será utilizar la novedosa técnica que desarrolló en Galicia para comprobar la eficacia de algunas bacterias en la eliminación de grafitis en el patrimonio cultural. Un problema que, solo en Europa, afecta a 3,5 millones de monumentos y edificios histórico-artísticos.

Su relación con el patrimonio comenzó en 2003, cuando realizó un proyecto fin de carrera en el CGAC relacionado con la conservación de la obra de la alemana Karin Sander para celebrar su 10º aniversario y que consistía en más de 500 pequeñas réplicas de visitantes en 3D.

En 2005 se incorporó al grupo de estudios medioambientales aplicados al patrimonio -Gemap- que coordina Benita Silva en la universidad compostelana. "Pude participar en proyectos muy interesantes como el estudio de las pinturas del dólmen de Dombate, la datación del castillo de Narahío y de los morteros de la muralla de Salvaterra o la selección de muestras de la cúpula de la Catedral de Santiago. Es un privilegio tener este acceso", reconoce.

El pasado verano, Patricia leía su tesis, para la que desarrolló una nueva técnica de medida del color que permite detectar de manera precoz los microorganismos que deterioran las fachadas, por ejemplo, las algas y cianobacterias que causan el verdín ya visible en muchos edificios de la Ciudad de la Cultura.

"La elección del material, a igual que en el CGAC, fue errónea dada nuestra climatología y porque son granitos muy bioreceptivos, es decir, favorecen que los microorganismos crezcan sobe ellos formando los denominados biofilms, que constituyen una reciente corriente de estudio", explica.

Aunque hay voces que defienden estas capas por su valor estético lo cierto, apunta la experta, es que conlleva "un deterioro seguro" sobre el patrimonio. De ahí la importancia de detectar la presencia de microorganismos cuanto antes. "Con un simple colorímetro o espectrofotómetro portátil se puede descubrir la colonización antes de que sea visible para el ojo humano y atajar el daño en ese momento. De esta forma, estaríamos hablando de conservación preventiva en lugar de restauración. Las técnicas actuales obligan a tomar una muestra para llevarla al laboratorio, pero el nuevo método evitaría este proceso y conllevaría menos recursos y tiempo", destaca.

Patricia también demostró su utilidad de forma preliminar en la estimación de la intensidad de los incendios en los suelos gallegos y en el nivel de eutrofización del río Anllóns.

Becada por la Fundación Barrié, la química pontevedresa aplicará ahora su técnica en la monitorización del proyecto para eliminar grafitis que se desarrollará en el Laboratorio de Microbiología de Harvard hasta 2014. El grupo, en el que también colaboran Francesca Cappitelli, de la Universidad de Milán, y Beatriz Prieto, de Santiago, ya dispone de ocho bacterias "comedoras de pinturas" localizadas en desguaces de vehículos y vertederos.

Una vez que estén activas serán incluidas en una espuma que se aplicará sobre la superficie de la fachada para que devoren el grafiti. La clave es que este producto, al ser retirado, arrastre los restos de pintura y también las bacterias. "Es un método mucho más barato que el láser o las técnicas de abrasión y con disolventes. El proyecto está focalizado en el patrimonio y la idea es patentarlo, pero también realizaremos un balance de gastos para saber exactamente cuánto costaría aplicar la técnica en una superficie determinada, por ejemplo, en los muros de autovías", apunta.

Antes de viajar a EE UU, Patricia estuvo cultivando las bacterias en Milán y preparando las muestras de la pintura que utilizan habitualmente los autores de los grafitis: "La primera empresa del mundo está en Barcelona y fueron muy colaboradores". La idea no solo es eliminar los dibujos, sino que las fachadas resulten más fáciles de limpiar si vuelven a sufrir este tipo de agresión.

A Patricia, que en diciembre fue premiada por la Barrié por su carrera como joven investigadora, le da "un poco de vértigo" la idea de trabajar en Harvard, pero no ha dudado aprovechar esta oportunidad. "La tendencia actual es buscar la estabilidad y hacer oposiciones, pero hay que ser emprendedor y tirar por tus ideas", sostiene. Respecto al sistema universitario español, echa en falta "más unión con la empresa" y cree que los procesos de selección tendrían que ser "más escalonados y exigentes". También desecha la idea del científico encerrado en su laboratorio: "Los investigadores deben estar en el mundo y hay que llevar la ciencia a la calle".