El Papa Francisco dijo ayer que las religiones tienen que estar cerca de los hombres y mujeres que buscan la verdad, la bondad y la belleza, "que es verdad, bondad y belleza de Dios". El SantoPadre hizo un llamamiento a la unidad de todos los cristianos en un mundo "marcado por la división", durante la audiencia general que concedió a delegados de 33 iglesias cristianas, así como de otras religiones. Previamente se reunió en privado con el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolome I, y el Metropolitano de Moscú, Hilarión. En su opinión, una de las "insidias más peligrosas de nuestro tiempo" es pensar que el hombre no tiene necesidad de Dios y reducirlo "a aquello que produce y a lo que consume".

"Todos tenemos que hacer mucho por los más pobres, los débiles y los que sufren, para favorecer la justicia y promover la reconciliación y construir la paz. Pero, sobre todo, tenemos que tener viva en el mundo la sed del Absoluto, no permitiendo que prevalga una visión que reduce al hombre a aquello que produce y a lo que consume. Es una de las insidias más peligrosas de nuestro tiempo", afirmó el papa. Y agregó: "Todos sabemos cuánta violencia ha causado en la historia reciente el intento de cancelar a Dios de la sociedad".

Acogido con un gran aplauso cuando entró en la sala Clementina, del palacio Apostólico, se comprometió ante los representantes de las otras iglesias y comunidades eclesiales cristianas a proseguir el diálogo ecuménico en aras de la unidad. "Deseo asegurar mi firme voluntad de proseguir con el diálogo ecuménico", afirmó. En la misma línea que los anteriores pontífices insistió en la urgencia de que todos los cristianos sean "una misma cosa" (Ut unum sint) y en poder testimoniar de forma "libre, alegre y valiente" el Evangelio. "Será nuestro mejor servicio en un mundo de divisiones y rivalidades", precisó. Y una vez más exhortó a custodiar la naturaleza. A la audiencia también asistieron representantes judíos, a los que Francisco expresó su deseo de proseguir "de manera fraternal" el provechoso diálogo que el Concilio Vaticano II auspiciaba y que se ha llevado adelante "dando muchos frutos".

También expresó su estima a los musulmanes, destacó que rezan también a un Dios único y dijo que su presencia en el acto era una señal de la voluntad de potenciar la cooperación por el bien común de la humanidad.