Ciento treinta y dos delegaciones oficiales asistieron ayer a la misa de inicio del pontificado de Francisco, primer papa hispanoamericano y jesuita. Todas ellas ocupaban un lugar privilegiado en la plaza de San Pedro, pero el Papa Bergoglio quiso sentar también muy cerca, casi al lado del altar, a una delegación del Movimiento de Trabajadores Excluídos (MTE), los representantes de las clases más pobres de su Argentina natal.

Sergio Sánchez, uno de ellos, que asistió a la misa con el mono azul y verde que utiliza para recoger el material abandonado, explicó al diario L'Osservatore Romano cómo conocieron al Santo Padre. "Fue con ocasión de una misa que celebraba justamente por los trabajadores, incluídos los 'cartoneros'. Una vez vino a encontrarnos justo en medio de nuestra protesta. Nos llevó consuelo y se comprometió para que no hubiera más exclusiones ni esclavitud entre la gente que trabaja. De él, aprendimos a luchar por nuestro modo de vida, para mejorarlo y para que se reconociera su dignidad". Y añadía: "Fue el único que estuvo de nuestro lado".

Finalizada la misa y una vez despojado de las vestiduras litúrgicas, Francisco acudió caminando hasta el interior de la Basílica de San Pedro para saludar, junto al secretario de Estado, el cardenal Tarcisio Bertone, a los jefes de las delegaciones, entre ellos, los príncipes de Asturias y el presidente del Gobierno, a quien acompañaba su esposa, Elvira Fernández.

Rajoy felicitó al papa, le deseó suerte y le dijo que había muchos españoles "muy contentos» con su designación. El pontífice dedicó unos instantes, como con el resto de delegaciones, para charlar con Felipe y Letizia, primero, y con Rajoy y su esposa, después.

El pontífice saludó a la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner, con quien ya se había reunido el pasado lunes. También al presidente de Italia, Giorgio Napolitano y a su esposa, y al primer ministro italiano, Mario Monti, y su esposa.

A continuación, fue el turno de los jefes de estado por orden alfabético. Entre las anécdotas, destacaron las conversaciones con los líderes latinoamericanos. La esposa del presidente chileno, Sebastián Piñera, le ofreció varios rosarios para que los bendijera. El presidente de Ecuador, Rafael Correa, que acudió con su madre, le enseñó unas fotos, posiblemente de familiares, para que también las bendijera. El presidente de México, Enrique Peña Nieto, que asistió con su esposa y sus dos hijas, le regaló un solideo blanco. El papa también saludó al vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, que es católico, y al vicepresidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez.