Cuando se habla de Estados Unidos así, a lo grosero, uno puede cometer la terrible equivocación de identificar a los habitantes de ese extensísimo y contradictorio país con un solo arquetipo: el actor de Hollywood, el manhattanita, las "California girls" o, por llegar al cuarteto, el predicador protestante. Pero dentro de USA (y dentro de España, y dentro de...) hay una diversidad de clases sociales y de tipologías y de razas y de sexos (sí, de sexos también)... demasiado sangrantes y demasiado enfrentadas como para obviarlas.

A partir de la novela de Peter Dexter "El chico del periódico", Lee Daniels (autor de la multipremiada y excesiva "Precious") viaja al sur de Estados Unidos, el epicentro de ese conflicto racial, aún irresuelto desde la Guerra Civil norteamericana, en un tiempo, los sesenta, en el que el aperturismo social comenzaba a abrirse paso gracias a gestos como el de Rosa Parks. Con reminiscencias de Arde Mississippi (Alan Parker, 1988), la película de Daniels se centra menos en los aspectos judiciales y más en los íntimos: sirve el caso de un acusado a asesinato (John Cusack) para desgranar la relación entre dos hermanos que tratan de probar la inocencia del reo. Como nada funciona mejor (en la ficción) que un triángulo amoroso, el tercer elemento clave de la película es Charlotte Bless (Nicole Kidman), la novia del detenido, habitantes ambos de un romance basado en el sexo y la violencia que ayuda a encarnar el salvajismo latente en la zona.

Se le reconoce, además de forma muy evidente, la importantísima decisión de reparto al apostar por Nicole Kidman, una actriz que le aporta al personaje unos matices como no había conseguido, puñetero bótox, desde hacía demasiado tiempo. Asimismo, enfrente, con un Zac Efron pétreo, la terna se balancea. En resumen: una combinatoria desigual que posee la ventaja de conocer un hábitat muy concreto como la desventaja de no saber manejarlo.