Ha sido Media, la Celestina, Bernarda Alba... A lo largo de su prolífica carrera teatral, Nutria Espera puede afirmar, sin miedo a equivocarse, que ha encarnado a los personajes femeninos más ricos. Ahora se pone en la piel de Regina Hubbard en la adaptación que hace Ernesto Caballero de la novela "Little foses" (1939) de Lilian Hellman y que dirige Gerardo Vera, una mujer despiadada hasta la obscenidad que dibuja una historia de corrupción y avaricia que la artista catalana asegura que es el reflejo de lo que el mundo está viviendo hoy. "Regina forma parte de una familia de depredadores y al final es la ganadora, lo cual le da una victoria obscena porque la obtiene después de pasar por encima de los demás, incluso del asesinato", afirma Espert, que llegará al Teatro Novacaixagalicia de Vigo mañana (20.30 horas) con esta obra.

-¿El dinero es lo que mueve a los Hubbard?

-Por supuesto. Los personajes tienen unos caracteres bien definidos, pero también se transluce una realidad como la que estamos viendo ahora, en la que todo se mueve por dinero y quienes se lo están llevando lo hacen por encima de todos y de todo.

-¿La codicia se aprende, se hereda o se elige como compañera de viaje?

-El mundo en que vivimos nos lleva hacia ella. Es un mundo competitivo, donde se aprecia el éxito económico donde las personas con talento que no salen en los medios no triunfan. Es un mundo materialista en exceso, realmente tocado en cuanto a la pérdida de la dignidad y de los valores, que parecen anticuados, como ser buena persona, creer en la gente, ayudar? Todo esto se ha barrido con una escoba de corrupción, algo que cada día vemos más normal. Ya nadie se asombra ni se molesta; solo decimos: "Otro más", con la mayor naturalidad.

-Dibuja usted un panorama muy negro...

-¿Usted cree? La crisis pasará, pero dudo que se recuperen los valores que se han perdido en los últimos cincuenta años. Hubo un momento en España, en el 75, en que todo el mundo quería cambiar e ir hacia un mundo mejor, que desgraciadamente hemos perdido.

-¿Podría volver ese espíritu?

-Me gustaría, y espero y deseo que sí. ¿En qué momento la solidaridad ha sido más necesaria que ahora que estamos en este pozo económico que afecta a millones de personas en nuestra casa, en Europa, ya no solo en los países del tercer mundo, que también es lamentable?

-Casi 75 años después, "La loba" está muy vigente, aunque no sé si por suerte o por desgracia...

-Por suerte porque la estamos representando, pero por desgracia porque a la gente le trae a la cabeza y al corazón la última conversación con su pareja, ese miedo a que los depredadores sigan destruyendo una sociedad del bienestar que estábamos tocando con la punta de los dedos y que en diez años podría haber sido realidad y que ha sufrido un retroceso importante hacia épocas mucho más injustas.

-¿Ha sido difícil meterse en la piel de esta Regina?

-Todos los grandes personajes, y Regina lo es, lo son porque son contradictorios y porque tienes que llenarlos, pero no es más difícil que Medea, que sacrifica a sus hijos, u otros incestuosos. El actor no debe poner su manera de pensar por encima del personaje. Yo intento ser Regina sobre el escenario e intento disculparla.

-¿Y fuera?

-Fuera la detesto. Pero la obra es extraordinaria; profética en algunos momentos porque en los años treinta Hellman ya sabe hacia donde se encamina el mundo occidental.

-¿Estamos rodeados de lobos?

-Sí. Solo que con un éxito trepidante. Son todos ellos que están en los ayuntamientos, etcétera. Ahora están dimitiendo todos.

-¿Cómo está yendo la gira?

-Muy bien, por lo que estamos felicísimos. Es una compañía extraordinaria, donde toda la gente que participó en el estreno están en la gira y esto es un regalo porque han sido capaces de compaginar sus otros trabajos por el amor por esta función. Me gusta que se planteen giras porque es injusto que un espectáculo bueno se quede en Madrid y Barcelona.

-El teatro parece ir capeando la crisis...

-Es muy curioso que desde que comenzó la crisis hace cuatro años el teatro esté viviendo un boom y los grandes espectáculos tengan sus localidades agotadas. La gente, después de tanta tecnología y tanta tristeza en casa, ha vuelto la mirada al teatro, que mantiene su contacto directo con el ser humano, mientras que el cine vive una temporada horrible, y lo lamento porque soy una gran cinéfila. El teatro ha recobrado su aliento y todo su esplendor.