Richard T. Kelly (Newcastle-upon-Tyne, 1970), escritor y guionista de televisión británico, estuvo de visita en nuestro país para presentar "Las posesiones del doctor Forrest" (Alba Editorial), una novela gótica del siglo XXI, su segunda incursión narrativa. Sintético en sus respuestas, culto y con capacidad para reírse de sí mismo, Kelly se muestra encantado de estar por primera vez en Barcelona, donde se realiza esta entrevista, una "ciudad gótica", como él mismo resalta tras dar una vuelta por su núcleo histórico.

-Su novela tuvo buena acogida en Gran Bretaña. "Financial Times" detectaba influencias de "El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde", mientras que en el modo de narrar la historia se adivina el "Drácula", de Bram Stoker. ¿Se ve reconocido en estas influencias?

-Sí, creo que mi novela es el pago de una deuda de amor intencionada hacia esas obras. Me sentiría muy afortunado si el lector lo viera así. Son libros que tienen un poder mítico sobre las diferentes generaciones de lectores que han gozado de ellos. Con más calidad, bajo mi punto de vista, en el caso del "Dr. Jekyll"... Tal como dijo Nabokov, deberíamos olvidar que se trata de una novela de misterio y considerar que es uno de los libros más poéticos de la literatura en inglés.

-Curiosamente, los tres personajes principales, médicos, son escoceses. ¿Es un homenaje a Stevenson?

-No se debe realmente a Stevenson, sino a que Escocia es el hogar espiritual de la novela gótica. Por muchas razones: históricas, religiosas, paisajísticas (te das cuenta de ello, por ejemplo, cuando estás en Edimburgo). En Gran Bretaña creemos que los escoceses tienen, al menos, dos vertientes, como Jekyll y Hyde (risas).

-¿Por qué se valió del género gótico para ambientar una novela del siglo XXI?

-Surge de las sensaciones que vienen cuando crees que has llegado a la mitad de tu vida. Te vienen los versos de Dante a la cabeza: "A mitad del viaje de mi vida, me encontré en una selva oscura, por haberme apartado del camino recto", y te das cuentas de que la primera parte de tu vida ha pasado y, en la segunda, te enfrentas con lo irremediable. Reflexionas sobre lo que has perdido y lo que te queda. Y con esas sensaciones puedes optar por muchas vías, pero me vi atraído por la necesidad de usar el género gótico y explicarlo todo a través del doctor Forrest (un Dorian Gray de nuestra era).

-Forrest es un prestigioso cirujano estético, pero el culto al cuerpo no sale muy bien parado en la novela. Lochran, amigo de Forrest, afirma que es "malo para el alma". ¿Lo cree así?

-Es fruto de la investigación que hice para la novela, después de entrevistar a un cirujano experto en reconstrucciones faciales tras accidentes graves. Se mostró despectivo con otros colegas, al creer que la cirugía estética era una salida demasiado fácil y podrían emplear su talento en algo mejor. Pienso que, a veces, son bastantes ridículos los motivos que expone la gente al someterse a esta clase de operaciones. Y aunque todo el mundo es libre de escoger, debería haber algún límite a todo ello.

-La novela aborda la "crisis de la mediana edad", de manera decisiva en el caso de Forrest, aunque también se observa en sus colegas (Lochran no comprende a su hijo adolescente, mientras que Hartford atraviesa una crisis matrimonial y se vuelca en su trabajo).

-Sí, mi mujer me hace muchas bromas sobre ello (risas), y creo que si lo hubiera abordado de manera realista habría sido bastante aburrido. Quería escribir sobre los miedos que te asaltan cuando llegas a esa parte de la vida, y para mí era mejor afrontarlo desde la ficción que de una manera directa (como sucede con el género memorialístico). Por ello me di el placer de recurrir a la fábula para responder a la pregunta fundamental de cualquier libro de terror gótico: ¿por qué debo morir?

-Al avanzar en la lectura se tiene la sensación de que fuerzas incontrolables se apoderan de los personajes y pierden el manejo de sus vidas, hasta culminar con la confesión final de Forrest. ¿El azar u otras fuerzas pueden hacernos perder el control, aunque intentes llevar una "vida normal"?

-Sí, es un artilugio común en las novelas góticas exponer la confesión demoniaca al final del libro (a la manera de Stevenson con Jekyll o como en las "Memorias privadas y confesiones de un pecador justificado", de James Hogg). Y creo que hay dos razones para ello: la primera, crear la duda en el lector de si lo que está leyendo es la narración de un demente y, la segunda, reflejar esa vulnerabilidad que siente el ser humano cuando los hechos escapan a su control (más allá de que creas o no en brujerías).

-¿Su experiencia como guionista le ha ayudado a la hora de diseñar la novela?

-Empecé a elaborar guiones para televisión después de empezar a escribir mis novelas, aunque las dos actividades se retroalimentaron. Más bien, las mayores influencias en mi trabajo novelístico proceden de mi experiencia periodística y de las investigaciones para documentarme sobre personas con vidas inusuales, tratando de entenderlas y reflejando, de la mejor manera posible, cómo hablan y actúan.

-Tal como termi na la novela, ¿se plantea continuar con la historia del doctor Forrest?

-Dejé el final de la historia deliberadamente abierto, ya que podría continuar o no con Forrest "ad infinitum". Además, los derechos de la novela han sido adquiridos por una productora.

-¿Conoce la literatura y el cine españoles?

-La verdad es que no he leído mucha literatura española. Uno de mis referentes es Pérez Galdós, pero llegue a él a través de las memorias de mi verdadero icono cultural español: Luis Buñuel. Me gustaría saber más sobre cultura española, pese al inconveniente de las traducciones.