Ella no ha tenido tan fácil como Penélope o Antonio (sic). Ella, Sonia Monroy, para llegar a donde ha llegado, esto es, a pisar la alfombra roja de Hollywood en calidad de reportera de sí misma, ha tenido que trabajar duro. Ha tenido que ser sexbomb, bailarina del Mississippi, tener aventuras con futbolistas, hacer telerrealidad y hasta convertirse en la emigrante de Juanito Valderrama (Adiós mi España querida/ jamás en la vida yo podré olvidarte) pero sin rosario hecho de dientes de marfil (menos mal). Muertas de envidia se quedaron más de una y más de dos cuando la vieron en las fotos que ella misma se hizo y difundió junto al tal Oscar, más dorado que un día de sol pero sin atributos. Monroy, cuyos pasos ha seguido su íntima Yola Berrocal, otra víctima de la fuga de cerebros (la cita es suya), graba su propio reality, Sonia en Hollywood y se codea, virtualmente, con estrellas y poderosos. Igual mantiene correspondencia tuitera con Barack Obama -"@BarackObama Hello President;-) I went to The Oscars;-)Your wife was great:-) Did you watch my reality on youtube?"- que es tiroteada por Quentin Tarantino en el universo wikipedia. No lo ha tenido fácil, no.

Los pilares de la humanidad se tambalean: la corrupción los corroe, los escándalos se multiplican, salen a la luz los secretos más inconfesables, renuncian reinas y papas... Y la revista Sálvame, tras ardua investigación, concluye que Letizia, la princesa, tiene un culo de quita y pon. Se dieron cuenta en la Gala de los Premios de Cultura, donde se le vio un trasero más voluminoso que cuatro días antes. La publicación comparó y consultó a referentes en estética como los cirujanos que operaron a Belén Esteban. También las posaderas de Pippa Middleton fueron objeto de duda y comentario. Pero Pippa no es Kate ni Telma, Letizia. Esto pasa porque la monarquía vive horas bajas que, si no, de qué iban a ser la comidilla las nobilísimas derrières de la futura reina. No ha habido comentario ni desmentido. En la Zarzuela andarán a otra cosa.

Kiko Rivera se mete en el hormiguero de Pablo Motos. Se mete porque promociona nuevo sencillo. Chica Loca, se llama. Kiko es dijei y no cambia pañales. Eso ya lo contó la buena de Jessica Bueno. Dice Francisco que la abuela Pantoja es como todas las abuelas, aunque sea una estrella y esté imputada en espera de sentencia, o sea, amorosa y tirando a pesada. Kiko pincha en una discoteca de Madrid, en la discoteca de Carlos Lozano, que es otro famosillo porque fue marido de la hija de Junior y novio de Belén Esteban. Kiko es dijei. Chica loca se puso en el número tres de iTunes en 24 horas. Motos le hizo la prueba, con muñecos. Kiko no cambia pañales.

La nietísima no es mujer para estar casada. O lo es demasiado, según se mire. Lo feo, y lo triste, pero natural como la vida misma, es que ella y José Campos anden tirándose la vajilla fina de los Franco a la cabeza. José Campos no era hombre para estar casado pero en su caso por apego a la soltería campechana y al final, sorprendentemente, pasó por el altar, o sería el juzgado supongo. No pegaban Carmen y Jose, y nadie daba un duro por ellos desde el primer día, pero al final aguantaron seis o siete años. Como fuera, pero seis o siete años. Ahora ella le ha denunciado por haber puesto, supuestamente, precio a su silencio: 300.000 euros. ¿A su silencio? ¿pero a estos qué les queda por contar?

Ahora lo del espionaje ha cobrado relevancia nacional pero es un oficio tan antiguo como el otro. Violaintimidades y lo que quieran, pero antiguo. Nos puede chocar que siguieran a Shakira y Piqué, porque lo suyo estaba cantado desde el wakawaka. Pero que en la lista famosa estén Tita Cervera y Blanca Cuesta, Javier Rigau, el presunto marido de Gina Lollobrigida o el sospechoso esposo de Arantxa Sánchez Vicario, pues no. Para nada. ¿O no sabíamos todos que la baronesa le buscaba las cosquillas a su nuera? ¿espionaje, dicen? Pero si Tita les exigió las pruebas de paternidad de sus propios nietos... ¿Que a la Thyssen también la espiaron? Pues claro. Porque la historia se repite como un espejo y en tiempos ella fue la rubia que se casó con el millonario. ¿Que Gina, o sus deudos, o sus herederos, recelaban de las intenciones de Rigau? El tiempo podría acabar dándoles la razón. ¿Que a los papás de Arancha no les gustaba un pelo Josep Santacana? ¿que hicieron lo imposible por impedir la boda? Estábamos al tanto. Si lo raro es que no aparezcan Cayetano, la Obregón y Lecquio. O Mar Flores y Fefé. Con lo que fue aquello.

Ya está. Llevaban tiempo avisándolo y nadie daba crédito. La duquesa necesita cash (en feliz expresión de Carmen Lomana). Le pasa como a la baronesa. Ella vendió un cuadro, solo uno pero qué cuadro, de los que se cotizan. Su nuera colocó una pieza en Arco pero está muy lejos. El de la Thyssen era un Constable y Blanca Cuesta ya se ha labrado un nombre en el papel cuché, pero todavía no en el mundo del arte. Los Alba venden al mejor postor mobiliario de época. Lo dicen los aristócratas, mantener un patrimonio -nacional, para más señas- da mucho dolor de cabeza y mucho gasto. Los muebles que serán subastados son recuerdos de familia. Encargados a Rateau en los felices 20 por el XVII duque de Alba, Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó, padre de nuestra duquesa, suegro que hubiera sido de Alfonso Díez (me temo que no habría dado su bendición) como regalo de bodas a su esposa, fallecida siendo Tana niña. Alguien, una mujer de la familia real española aún sin identificar, se deshizo por la misma vía de las joyas de la abuela Victoria Eugenia. Los tiempos no están para sentimentalismos. Ni abajo ni arriba.