-¿Se le ha pasado por la cabeza volver a la política?

-En estos momentos tengo un trabajo apasionante, que es en el Consejo de Estado, en donde se trabaja mucho y muy bien, una ocupación intelectual y jurídica.

-Un puesto vitalicio.

-Sí, soy consejera permanente. Una responsabilidad muy alta, con un nivel de debate muy elevado, muy interesante e incentivador. Y luego, tengo mi pasión que es la Fundación Mujeres por África.

-Entonces no se habrá arrepentido de dejar el Gobierno.

-No. Creo que son etapas de la vida. Y en esa estuve ocho años.

-¿Le resulta más apasionante lo que hace ahora?

-No, no. Más no. Mi etapa al frente del Gobierno, en la Vicepresidencia, fue un periodo apasionante. No me arrepiento de nada. Trabajé muchísimo, para mí fue un privilegio y un honor, y lo hice lo mejor que supe. Con mis aciertos y mis errores, seguro. Volvería, pero en el sentido de que lo haría de nuevo porque fue un privilegio el tener la oportunidad de poder trabajar por mi país en la más alta responsabilidad. Eso te permite poder llevar a la práctica lo que tú piensas, o lo que siempre has querido hacer, lo que has querido cambiar. Y creo que hicimos muchas cosas.

-¿Lo dejó por cansancio?

-No, no estaba cansada. Después de más de siete años, no es que estés cansada pero ese sí es un periodo lo suficientemente razonable como para que se produzca un cambio. Porque la democracia es eso.

-Pero el cambio ahora se le nota. Tras dejar el cargo ha mejorado su aspecto, duerme mejor y ha ganado peso.

-Físicamente, la verdad es que se nota. He ganado casi siete kilos (risas).

-¿Le molesta que se siga especulando con su apariencia, con su notorio cambio de imagen?

-Me parece que eso nunca lo hacen con los hombres, solo con las mujeres. Y desde esa perspectiva, me molesta un poco pero no le doy tampoco mayor importancia. Lo cierto es que hay un hecho objetivo y es que estoy mejor. Pero claro: ¿cómo no voy a estarlo? Es lógico, es razonable, porque aunque ahora trabajo mucho no tengo el peso de la responsabilidad que es llevar un país. Me he pasado durante casi ocho años durmiendo tres horas y trabajando catorce. Pero feliz, ¿eh? No me quejo nada, nada. Lo hacía sin darme cuenta. Para mí ha sido un privilegio y me faltaban horas y tiempo. Siempre te quedan cosas por hacer, se te ocurren más cosas que puedes hacer.

-Después de esa gran presión, y durante tanto tiempo, cuando ya no se está es como un gran peso del que uno se libera, ¿no?

-Sí, es verdad que en el momento que ya no estás ahí, ¡uf!, se respira de otra manera. Tienes más tiempo para cuidarte un poquito, para descansar, para hacer otras cosas también.

-Usted abrió el camino a las mujeres para ocupar el segundo cargo más importante del Gobierno en este país.

-Sí, tuve ese privilegio y esa responsabilidad.

-¿Qué le parece el trabajo de su sucesora?

-Estoy encantada de que haya una mujer vicepresidenta. Y también de que haya mujeres en el Gobierno aunque me parece que hay pocas; tenía que haber habido más. Nosotros llegamos a tener en algún gobierno más mujeres que hombres. Y, casi siempre, un gobierno paritario mientras yo formé parte del Ejecutivo. Luego ya ese promedio bajó un poquito. Este Gobierno también lo ha reducido, pero sigue habiendo mujeres en puestos de responsabilidad y creo que eso es importante.

-¿Pero le gusta cómo lo hace Soraya Sáenz de Santamaría?

-Yo creo que las mujeres lo hacen como los hombres, o mejor.

-En España se ha vuelto a abrir la enésima polémica sobre la violencia de género...

-No voy a entrar a hacer comentarios sobre la vida política española porque creo que no me corresponde en estos momentos. Por mi condición de consejera de Estado y de exvicepresidenta. Por respeto institucional. Pero tengo mi opinión, por supuesto.