El Papa Benedicto XVI aceptó ayer la renuncia por motivos de edad del cardenal británico Keith O'Brien, arzobispo de Edimburgo (Escocia), que cumplirá 75 años el próximo 17 de marzo, tras ser acusado por tres sacerdotes y un ex sacerdote de acoso sexual en los años 80 del pasado siglo. El portavoz vaticano, Federico Lombardi, dijo que el Papa había aceptado la renuncia el pasado 18 de febrero, en conformidad con el artículo 401/1 del Código de Derecho Canónico, es decir, por "motivos de edad". O'Brien no asistirá al cónclave que elegirá al nuevo Papa y era el único representante de la Iglesia católica británica. En su opinión, el nuevo Papa debería ser más joven y proceder de un país en desarrollo.

El Código de Derecho Canónico también prevé en su artículo 401/2 que un obispo tiene que presentar la renuncia de su oficio al Papa "si por enfermedad u otra causa grave quedase disminuida su capacidad para desempeñarlo". Ésa es la fórmula que el Vaticano usa cuando exige a un prelado que presente su renuncia.

Veterano arzobispo conservador y con casi medio siglo de carrera religiosa a sus espaldas, O'Brien, el clérigo más veterano de la Iglesia británica, renuncia después de trascender una queja emitida por tres sacerdotes y un ex sacerdote ante el Vaticano por su supuesta "conducta inapropiada".

Durante la Semana Santa de 2010, el cardenal pidió disculpas por los "pecados" cometidos en el seno de la Iglesia católica por los casos de abusos de menores, como presidente de la Conferencia Episcopal escocesa. "Muchos males se han cometido en el mundo, particularmente en relación al abuso sexual de niños y jóvenes", señaló entonces el clérigo, que ya había condenado ese "horrible delito" en 2002 y ahora se ha visto inmerso personalmente en esas acusaciones.

Su avanzada edad ya le había obligado a renunciar a algunas funciones al frente de la Iglesia católica de Escocia, donde mantenía una línea de pensamiento conservadora, contraria al matrimonio homosexual, al aborto y a la eutanasia.

No obstante, el pasado sábado O'Brien sorprendió al mostrarse a favor de que los sacerdotes puedan casarse si así lo desean: "Me doy cuenta de que muchos curas han encontrado muy difícil gestionar el celibato", señaló en declaraciones a la cadena BBC.

Asuntos como la eutanasia y el aborto poseen, para el cardenal, "origen divino" y conllevan "creencias dogmáticas básicas" que la Iglesia no podrá cambiar.

Su postura contra el aborto le llevó a abandonar, en 2007, Amnistía Internacional por la defensa que esta organización humanitaria hace del derecho de la mujer a terminar con su embarazo en determinadas circunstancias. Ese año provocó un gran debate en el Reino Unido al amenazar con la excomunión a los políticos británicos que se mostraran a favor de la interrupción voluntaria del embarazo, algo que considera un "crimen inefable".