Tenemos un sistema inmunológico que es un arma defensiva casi perfecta. El "casi", sin embargo, nos pierde. Escuchar a Guido Kroemer (Leer, Alemania, 1961), investigador del Instituto Gustave Roussy, en Villejuif, muy cerca de París, cuando explica los mecanismos de aparición del cáncer y la lucha biológica que desencadena, es como escuchar un relato de aventuras. En el sistema inmunológico están algunos de los secretos y estrategias de la lucha contra el cáncer. Reactivar el control inmunológico es la clave para lograr el éxito a largo plazo -hablamos de lustros- de las terapias. Sobre su funcionamiento, Kroemer asegura que, "por una parte, nos defiende contra los invasores microbiológicos, y por otra nos ofrece equilibrio endógeno en nuestros tejidos y es capaz de eliminar células viejas o cancerosas, sobre todo en una primera fase. Es un arma sofisticada que lucha continuamente contra la tendencia natural de degradación de nuestras células".

El reto para las células cancerosas es "escaparse" del sistema inmunitario, que está alerta. Y lo consiguen "perdiendo las características que las hacen reconocibles, es como una especie de disfraz", señala Guido Kroemer.

El científico (con nacionalidades austriaca y española) logró demostrar junto con los investigadores Carlos López Otín, Guillermo Mariño y Antonio Fueyo cómo el sistema inmune logra detectar una alteración genética llamada tetraploidización que surge en las primeras etapas del cáncer, lo que podría facilitar estrategias para impedir la propagación de las células malignas. Lo normal, explica, es que el sistema inmunológico ataque y elimine esas células, "y sólo en un porcentaje pequeño de casos las cosas no van bien". Hay divisiones de células en nuestro cuerpo tantas como estrellas en el cielo. Cada célula cancerosa acumula miles de mutaciones y cada división conlleva un riesgo, pero lo cierto es que los tumores no son en el Primer Mundo la primera causa de muerte. "El fallo es una excepción".

Los seres humanos no lo tenemos nada fácil con el cáncer, pero por fortuna los tumores tampoco con sus potenciales víctimas, o sea, nosotros. La muerte celular programada, de la que Guido Kroemer es toda una referencia, es un "mecanismo de reparación y suicidio", abortar el peligro antes de que sea demasiado tarde. Lo del suicidio no es otra licencia poética, sino un increíble resultado de equilibrio molecular, un sistema de "control endógeno" que responde a los más puros principios darwinianos: se seleccionan las células que pueden sobrevivir en un ambiente hostil.

"Cuando pensamos que se sobrepasa la última frontera del conocimiento nos topamos inevitablemente con otra, es cierto. Del cáncer lo ignoramos casi todo, así de claro. Sé que no es lo que quieren oír las personas afectadas, pero en todo caso hay que decirles también que vivimos avances importantísimos, sobre todo con tumores como el de mama o el colorrectal.

La quimioterapia no es sólo un bombardeo interno que acaba generando malestar en el paciente, sino un proceso terapéutico mucho más sutil porque "ayuda a rearmarse al organismo" a través de una estrategia muy clara y con un objetivo: que la célula cancerosa se vuelva reconocible, es decir, que pierda aquel "disfraz" del que hablábamos y con el que puede escabullirse con su peligrosa carga.

Cada persona tiene unas características inmunológicas diferentes, "pero también es verdad que cada persona tiene un tipo de cáncer diferente". Por eso es tan importante personalizar las características del tratamiento.