"No vivimos la vida sino un simulacro, puro frenesí, tras el que no queda nada. El problema número 1 de nuestras sociedades desarrolladas es el ruido, que es una forma de terrorismo, mientras que el silencio yo diría que es una forma de humanismo", dijo ayer en el Club FARO el sacerdote, escrito y discípulo zen Pablo d'Ors, tras ser presentado por Estro Montaña, catedrático de Lengua y Literatura Española.

"El arte de la meditación. La aventura interior", fue el título de una charla que comenzó con una pregunta: ¿Qué sabemos del silencio? "Casi todos decimos apreciarlo -afirmó- pero dedicamos muy poco al silencio en nuestra vida. El silencio tiene incluso prestigio social pero no se lleva a la práctica apenas y esto es grave porque estamos bombardeados por infinidad de imágenes, sonidos, palabras... y se va creando una situación de profundo desconcierto. Quienes no son capaces de hacer un mínimo silencio en sus vidas (silencio como opuesto al ruido, no a la palabra), llevan una existencia infrahumana".

D'Ors, cuyo último libro es "Biografía del silencio" (editorial Siruela), afirma que lo que enseña la meditación, cuando uno resiste un tiempo en silencio, es que no nos gustamos. "Los dolores físicos posturales se van superando, luego surgen las extracciones mentales, y luego se llega a la conclusión de que hay muchas cosas de nosotros mismos que no nos gustan, y lo que hacemos entonces es huir. Pero no es que el silencio no sea para ti, no es que la meditación no te sirva para nada. Es que no te aguantas porque hallas en tu interior, si te paras, sombras que son estructurales, que nos definen. Necesitas dispersarte y salir fuera porque no eres capaz de estar contigo en tu hogar, que es tu intimidad, tu conciencia".

Mirar hacia adentro

Afirma este sacerdote que la principal tarea es aprender a familiarizarse con uno mismo, a convivir con lo que uno es. ¿Y cómo consigue uno acallarse para aprender a escuchar? Según él, meditar no es simplemente relajarse y descansar, es un trabajo que requiere entrega. "Hay 4 fases -afirma-. Una primera, que además de espiritual es sobre todo física, que consiste en ser capaz de retirarse. Tener el coraje de apartarse, sea un rato cada día, una vez a la semana, una vez al mes... Estamos tan metidos en las cosas, que de vez en cuando hay que tener esa soberanía de alejarse y tener un rato para sí mismo. Tener tiempo para recrear lo que uno vive, para vivirlo de verdad. Sin ese retiro no se puede producir todo lo demás. Que no quiero tener solo una vida hacia fuera, sino también hacia dentro".

Luego vendría según d'Ors la meditación propiamente dicha, a la que corresponden las otras 3 fases: un trabajo con el cuerpo (relajación), un trabajo con la mente (concentración), y por último con el espíritu (contemplación).

"El trabajo del cuerpo -dice- consiste básicamente en repasar con la mente las distintas partes del cuerpo. Se puede hacer de manera más prolija o más breve, pero siempre con la intención de que el cuerpo quede sin tensiones. Luego, la concentración se puede hacer por varias vías. La que yo practico, que tiene que ver con la meditación zen, se consigue por medio de la respiración. Consiste en ser conscientes de que estamos respirando, concentrándonos en el abdomen. Se trata simplemente de estar presentes en cada inspiración y expiración, o bien contando las respiraciones del uno al diez, para no dispersarse".

Por último, el trabajo espiritual contemplativo tiene también dos caminos según d'Ors: el budista o zen, que trabaja con "koans"; y el camino cristiano, que haría esa misma labor con frases del Evangelio o con el nombre de Jesús.

"Los koans -dijo- pueden ser pequeñas historias, acertijos, o una palabra nada más, que el maestro zen propone a sus discípulos o a sus monjes para que mediten con ello en el tiempo de silencio. No se trata de que resuelvan el acertijo, sino de que se disuelvan en él. Ese mismo trabajo, de manera afín o similar, se puede hallar también en la tradición del cristianismo, hay frases del evangelio que funcionan igual. Como, por ejemplo, 'los últimos serán los primeros'. El descubrimiento de la sabiduría que encierran acaba configurando tu personalidad".