Sostiene la historiadora Gloria de Antonio Rubio, una de las principales investigadoras de la presencia judía en Galicia, que el único dato demográfico fiable sobre el asentamiento de comunidades hebreas en territorio gallego antes del decreto de expulsión de 1492, emana de los archivos del antiguo Obispado de Astorga León, del cual eran dependientes los judíos gallegos entre los años 1464 y 1482.

De esos archivos, en los que se registraban los tributos (impuestos) que cada familia tenía que abonar a la Hacienda regia, se colige que la población judía asentada en Galicia estaba constituida por alrededor de mil personas distribuidas geográficamente en tres zonas: la Zona Norte (en las ciudades o villas de A Coruña, Viveiro, Ribadeo y Betanzos), la Zona Sur (Ourense, Monforte, Alariz, Celanova, Ribadavia, Tui y Baiona) y la Zona Centro (en torno a Santiago de Compostela). "En esos años -explica Gloria de Antonio- la población judía estaba sometida a unos tributos exclusivos denominados cabezas de pecho y servicio y medio servicio que se recaudaban mediante el sistema de capitación, es decir, existía un reparto previo entre los diferentes núcleos de población que tenía en cuenta el volumen de cada uno de ellos, lo cual permite este ligero y aproximativo análisis demográfico".

Y es que, cual confirma Gloria de Antonio, en comparación con otras áreas de asentamiento judío en España, Galicia siempre se mantuvo en cifras demográficas menores, sin embargo, el hecho de que dos villas gallegas, Ribadavia y Monforte de Lemos, figuren desde hace años entre las 24 que conforman la Red española de Juderías -y eso sin contar a Tui, cuya huella judía es palpable- demuestra que las comunidades medievales judías de Galicia fueron, si no muy numerosas en miembros, al menos sí que muy activas y dispuestas a dejar huella histórica de su presencia.

Aunque con la documentación actual no es posible precisar con exactitud el momento de la llegada de los judíos a Galicia, Gloria de Antonio señala que las referencias más antiguas datan del siglo X, se ubican en Celanova y citan un nombre y un apellido: Abraham Abba. De documentación original del siglo XI, se deduce ya la existencia no ya de individuos, sino de una counidad judía asentada en territorio gallego y, más concretamente, en la ya mencionada Celanova.

Es, no obstante, en la ciudad de Ourense donde más documentación se ha conservado acerca de los judíos medievales: de tratos, bodas, bautizos e incluso de unas relaciones con los cristianos que comenzaron de buenas maneras pero fueron deteriorándose progresivamente hasta que, el 31 de mayo de 1492, con la entrada en vigor del edicto de expulsión,se detecta un éxodo masivo de judíos cuyos destinos princpales, según los docuemtnaos de la época, fueron en sus inicios África y Portugal, país en el que, al cabo, no tardarían también en ser perseguidos y optaron por regresar a Galicia pero, en este sentido, ya no cabe hablar de judíos, sino de conversos.

La razón por la cual Monforte y Ribadavia son hogaño consideradas las plazas fuertes de la huella judía en Galicia hay que buscarla,lógicamente, en su legado y en su historia.

Al respecto de la villa lucense, la primera noticia documental sobre la presencia judía en la zona del actual Monforte es un documento del año 915 en el que se menciona a un tal Ismael, judío, habitante de la ciudad. El historiador local Felipe Aira Pardo advierte de que en el caso de este concello lucense, más que de juderías, hay que hablar de "zonas de ámbito judío". Aún así, en la vieja población intramuros, donde habitaron los judíos en la Edad Media, abundan referencias a una pequeña pero activísima comunidad cuyo recuerdo permanece indeleble a través de documentos, leyendas y elementos arquitectónicos como los trabuleiros, que forman parte de la misma esencia comercial de esta ciudad. Existe, además, en la historia de los conversos de Monforte, dos personajes, Juan y Jorge de Gaibor, dignos de mención, pues fueron víctimas de injustos procesos de la Inquisición y cuyas propiedades fueron a parar a los condes de Lemos.

Por lo que atañe a Ribadavia, la primera presencia judía registrada documentalmente procede de la Crónica de Froissart, recopilada por el barón Kevyn de Lettenhove, donde se recoge la toma de esta villa por parte de las tropas inglesas al mando del duque de Lancaster a la altura de 1386. Es en ese año cuando Froissard narra que, tras su invasiónde Galicia, las tropas del Duque de Lancaster apenas encontraban resistencia, y apunta que en villas como Ribadavia, judíos y cristianos habían combatido juntos. El cronista afirma que tras superar su resistencia y entrar en la villa, los saqueadores cobraron un gran botín de oro y plata "en las casas de los judíos en especial", y asegura que había más de 1.500 hebreos, cifra que evidentemente es juzgada como muy exagerada por los historadores actuales. También de la crónica de la presencia judía en Ribadavia -por lo demás muy popular gracias a la celebración anual de la Festa da Istoria- se pueden extraer nombres propios de personajes como Salomó (médico personal de Diego Pérez de Sarmiento, conde de Ribadavia y Adelantado de Galicia), Abraham de León, recaudador real del vino en esta villa y la de Ourense, y unos Judá Pérez (derivación de Yudá Peres), conversos que aparecen en varias generaciones vinculados a los Sarmiento ocupando importantes cargos relacionados con la recaudación de impuestos. A esa misma familia pertenecía Moshé Pérez quien, expulsado de la Casa del Conde, en ese momento Bernardino Sarmiento, pidió protección a la reina Isabel I quien, si en un principio lo protegió, a partir del edicto de 1492 le dejó a merced de su enemigo.