Comenzó siendo un juguete, pero con el tiempo el Scalextric se ha convertido en una pasión que mueve a millones de personas en todo el mundo y que en muchas ocasiones comparten padres e hijos. La afición por estos coches realizados a escala 1:32 tiene dos vertientes, que en la mayoría de los casos marchan juntas: el coleccionismo de piezas y las carreras, que se celebran en varias modalidades: rally slot, pruebas de resistencia, campeonatos de turismos, pruebas monomarca, Fórmula 1... Sus adeptos auguran un largo futuro al popular Scalextric, a pesar de que Tecnitoys, la empresa que ha distribuido en España la marca en los últimos años, solicitó la semana pasada entrar en concurso de acreedores. “Era algo que ya sabíamos, aunque se diera a conocer ahora, pero también sabemos que una empresa juguetera se ha hecho cargo de la marca y continuará porque de todas las marcas que existen hoy, sigue siendo la más demandada”, explica Fran Alonso, propietario de Formula Kit, tienda de modelismo y punto de referencia de los aficionados vigueses al slot.

Alonso tiene una habitación dedicada exclusivamente a esta afición, con una vitrina donde exhibe sus coches y una pista de Scalextric de 3x2 metros. “Siempre me las he arreglado para tener una pista montada”, afirma Alonso, que asegura que en España el slot es una afición “poco entendida”. “En otros países se ve como algo normal, pero aquí te ven como algo raro”, explica.

Manolo Mariño organiza carreras de slot desde hace quince años, afición que comparte con sus hijos, de 22 y 12 años. Precisamente atraer a las nuevas generaciones para que la “fórmula de salón” no se pierda es una de las preocupaciones de este aficionado de 44 años, que organiza los rallys slot del club de Mos, y que, como el resto de aficionados a la Fórmula 1 en miniatura, se aficionó a esta a través de la pista de Scalextric. Reconoce Mariño que otras marcas terminaron comiendo el terreno a la marca juguetera en la competición, pero que es a esta a la que se le debe los miles de aficionados al slot que hay en España.

“Es una afición que se transmite de padres a hijos”, reconoce este aficionado, que destaca además su componente social, ya que se trata de un juego para compartir. “De lo que me siento más satisfecho es de los amigos que he hecho a lo largo de los años por el Scalextric”, confiesa.

Sin embargo, reconoce que la crisis está provocando un retroceso en esta afición, ya que mantener los coches de carrera es costoso, al igual que montar las pistas. “Nosotros estamos en un local cedido por el Concello de Mos, lo que nos permite continuar, pero muchos clubes están cerrando porque no pueden hacer frente a los gastos”, afirma.

El club de Mos organiza dos campeonatos al año: uno sobre pista de asfalto y otro sobre tierra -en realidad, harina-, cuyas pruebas se celebran el penúltimo y último fin de semana de cada mes. Sin embargo, el circuito de campeonatos también tiene un coste que no todos los aficionados se pueden permitir.

David Monteiro, aficionado gallego que ha participado en las últimas cinco ediciones del Campeonato Nacional, que se celebra en Igualada, reconoce que competir con los pilotos catalanes es casi imposible. “Participan con las tiendas y tienen todo el material que necesitan. Además, allí tienen clubes con pistas grandes para practicar, algo que tampoco prolifera en Galicia”, reconoce.

Aún así, no renuncia a medirse con los aficionados catalanes y anima a los niños a coger un mando y hacer volar sobre la pista uno de estos coches a escala. “Cualquier niño al que le enseñes que engrasando las ruedas del coche o mejorándolo corre más, se queda fascinado porque sabe que esto no es posible en un videojuego. Y luego, que todo ocurre en tiempo real, no se puede repetir ni volver atrás”, afirma.

David Barreras tiene unos 400 coches en su colección. “No es muy extensa -catalanes teniendo en cuenta lo que es el coleccionismo”. Reconoce que las piezas más antiguas de su colección “fueron heredadas”. “Los primeros 150 coches no los pagué; fueron regalos de hermanos, amigos, que sabían que los coleccionaba y me los daban”. Pero este vigués de 32 años no concibe tener estos coches en una vitrina. “No los uso para competir, pero sí corren en pista porque creo que fueron hechos para correr”, asegura. Barreras corre todos los martes en el local de la avenida Alcalde Portanet con otros aficionados vigueses y en Mos, y el pasado año puso en marcha el club de slot de O Rosal. Allí, en los locales de una sociedad recreativa, ha montado un circuito permanente de la marca Scalextric y desde hace unos meses, celebra un campeonato de velocidad.

Adrián Barbosa acompañaba de niño a sus padres a las carreras de slot. “Tenían escudería propia en Ourense, pero cuando a mi padre lo trasladaron a Covelo, lo dejaron, porque mi madre también corría”, relata. El azar, sin embargo, quiso que hace cinco meses, a sus 30 años, se reencontrara con las carreras en miniatura. “Me acerqué al local de Portanet por los juegos de mesa y me encontré con esta gente. Me picó el gusanillo y recuperé los coches que tenía de pequeño, los limpié y los estoy recuperando”, dice. Lo que más le gusta, reconoce, es correr. “En la pista -reconoce- no hay contemplaciones. Todos corremos para ganar”.