El fotógrafo Ángel Llanos falleció a primera hora de la tarde de ayer en su casa de la calle Lalín a los 97 años de edad. " Se fue apagando poco a poco y a la hora de la siesta. Fue una muerte serena", manifestó a FARO su hija Mercedes.

Con Llanos se va el último representante de una saga de fotógrafos que comenzó con su abuelo, que se instaló en la calle Elduayen en 1885, siguió con su padre y con él mismo y a la que ayer, en una tarde lluviosa y otoñal, se puso el punto final, pues ninguno de sus descendientes ha seguido con la profesión.

Y se va también una manera de entender y ejercer la profesión, abarcando múltiples facetas, desde las fotos de estudio a las comerciales o el reporterismo. Fue durante muchos años colaborador de FARO.

De él dijeron sus propios hijos que era un hombre pegado a una cámara, llegando a formar parte del paisaje urbano local y allí donde había algo noticiable o retratable, allí estaban él y sus cámaras. Salía a la calle y se le pasaban las horas.

Llanos, el padre Llanos para la profesión, siempre dispuesto, comenzó a ejercer en 1926. Fue fotógrafo del gabinete del General Aranda en el ejército; trabajó para el Estado Mayor y también para el Rey Alfonso XIII, pero su obra más importante retrata a Vigo, en sus calles, su puerto y sus barrios.

Su oficio le condicionó durante su servicio militar e hizo la guerra civil como fotógrafo de campaña, retratando bien con incursiones en tierra o desde el aire las posiciones del otro bando, actividad por la que recibió varias condecoraciones.

Tuvo durante muchos años estudio en la calle Colón, en una casa en cuyos bajos estaba Luzyson y pegada al edificio del FARO. Era un piso grande con espacio suficiente para vivienda familiar, estudio y laboratorio.

Por su estudio pasaron durante años generaciones enteras de vigueses para las fotos escolares de recuerdo y también quienes necesitaban fotos carnet, bien personal o de familia numerosa. Era allí donde pasaba las horas, lupa en mano, retocando fotografías. Le abría los ojos a los que habían salido retratados con ellos cerrados por el disparo del flash, y se esmeraba especialmente en las fotos de señoras, "para que salieran deslumbrantes".

Para esos retoques le ayudaba mucho ser un gran dibujante. Tenía siempre a mano caballete y carboncillos y se manejaba muy bien en la talla de madera, marfil o azabache. Después traslado el estudio a la calle Escultor Gregorio Fernández.

Llanos fue un fotógrafo de raza al que solo retiraron el tiempo y sus achaques.

Con motivo de su fallecimiento, la Asociación de la Prensa emitió un comunicado señalando que era su socio más veterano y Socio de Honor de la Federación de Asociaciones de la Prensa de España (FAPE), por reconocimiento a su dilatada labor profesional.

El Archivo de Ángel Llanos es el resultado de la actividad ininterrumpida de tres generaciones de fotógrafos que fueron plasmando la evolución de la ciudad en el momento de mayor crecimiento de su historia.

Tras fracasar todas las negociaciones con el Concello para su compra, fue finalmente adquirido por la Xunta en 2009, asignádolo al Museo Etnolóxico de Ribadavia.

Cuenta con un fondo fotográfico formado por cerca de 340.000 negativos y positivos de temáticas muy variadas y otro oral y documental, e incluye además material de estudio como telones, y de laboratorio.

El Archivo contiene imágenes de la ría, la evolución del puerto, tanto comercial como pesquero y la propia estructura urbana, con amplia documentación de los tranvías.

Incluye también abundante documentación gráfica sobre la sociedad viguesa y su evolución durante todos esos años. El deporte local está también ampliamente representado..

Entre el material se encuentra también militar, como la salida de África del regimiento de Murcia, cuando lo de Annual, y es mucho lo que está por catalogar.

En su momento, la Xunta se había comprometido a que una copia de su Archivo se depositara en Vigo para facilitar su consulta y organizar una gran exposición.

Al tener conocimiento de que se iba a organizar esa exposición, Ángel Llanos pidió que no se demorase mucho para poder presenciarla. Entendía que con ello se zanjaba la polémica que había acompañado a la compra y el traslado. Si regresa aVigo, todos contentos, dijo. Es un venir pero dando vueltas. Y bien está lo que bien acaba.

Llanos falleció ayer sin ver su trabajo catalogado ni la copia depositada en Vigo. Y sin noticias de la prometida exposición.