Luis entró en 2006 en A Lama con una pena de 11 años por robos y resistencia a la autoridad. Tenía 22 años cuando sucedieron los hechos y trabajaba en un matadero en la provincia de Pontevedra. Su profesión le gustaba, asegura. Pero varias de sus "cagadas" como denomina a los robos con fuerza que efectuó mientras consumía varias clases de droga, le costaron una acumulación de condenas. Su hermano también está preso. Quizás por eso, agradece los "empujones" para salir que le dio una de las psicólogas de A Lama ("si no fuera por ella no estaría aquí", asegura) y que gracias a este programa muestra una mejor autoestima, usa ordenador y tiene mejor educación. "Antes era muy agresivo", reconoce. Luis ahora "ficha" en el CIS de la avenida de Madrid en Vigo y va de día al centro de Alborada. También agradece a las trabajadoras sociales su empeño: "Nunca creí que podría cambiar tanto en seis meses. Reconozco que estaba equivocado, porque no creía en estos centros; pero es cierto que hay que querer dejarlo".