Son las dos de la tarde y la música ya retumba en los altavoces del local situado entre los fingers número 27 y 28 del aeropuerto de Ibiza. El ritmo es calmado y acompasado y se introduce, poco a poco, en las personas que, de forma inevitable empiezan a menear sus extremidades. Unos se mueven con gracia y otros, menos dotados para el baile, hacen lo que buenamente pueden. La culpa de todo la tiene el ´F*** Me I´M Famous Lounge Club by Cathy & David Guetta´, la primera pista de baile en un aeropuerto de todo el mundo.

La entrada, custodiada por dos chicas vestidas con modelos Adlib, es una ilusión de lo que realmente guarda en sus entrañas esta novedosa sala. Una vez superados los primeros metros de un oscuro y estrecho túnel, el visitante queda deslumbrado por los 260 metros cuadrados de local. La luz natural inunda la pista de baile a través de una enorme cristalera y alcanza cada rincón del interior. La tonalidad va cambiando cuando atraviesa los cristales, que van cambiando su color del verde al azul. En en el suelo de la pista central una gran estrella, de color negro brillante y con destellos de purpurina, resalta en el oscuro piso.

El ritmo del primer día de vida de esta novedosa criatura corre a cargo de Cristian Godoy, que bota tras los platos al ritmo de la música en un lateral del local, adornado únicamente por una bola de discoteca. La tarima de parqué que rodea la pista impregna el local de un dulce olor a madera, y ayuda a romper los colores que monopolizan la discoteca: el blanco, el negro y el rojo. Encima de la tarima reposan tres grandes sillones de un rojo chillón en forma de estrella de cinco puntas -a imitación de las estrellitas que intentan ocultar las letras del taco con el que comienza la famosa marca del discjockey parisino- y grandes sillones blancos. Sobre la barra relucen tres grupos de grandes bombillas. Los camareros, vestidos de negro, se camuflan entre las jóvenes camareras, que revolotean por el local vestidas con unas ceñidas camisetas de colores fluorescentes y unos minúsculos shorts blancos de tela vaquera.

Unos decibelios de retraso

David y Cathy llegan más de una hora tarde a la cita con la prensa, pero la entrada es por todo lo alto. Poco antes de aparecer ambos en escena cambia la melodía que sale por los altavoces y aumentan los decibelios. Las cámaras de fotos empiezan a emitir unas ráfagas de luz constante y su particular repiqueteo. Ella viste un elegante vestido largo azul con estampados vivos, mientras que Guetta luce una imagen más casual, vestido con camiseta blanca, chaleco negro y unas vistosas deportivas blancas con alas. David demuestra con un castellano fluido que en los últimos años Ibiza se ha convertido en su segunda residencia. A Cathy, en cambio, le cuesta algo más la lengua de Cervantes y se expresa en francés.

La reacción de Guetta al pisar por primera vez el local sorprende a los asistentes, ya que es una queja. Explica que la zona de la barra le parece «vieja», con elementos (como el vino y el whisky) que le crean la misma sensación de demodé, como calificaría un francés algo pasado de moda, en contraste con una pequeña zona en la entrada que el dj describe como «joven».

La zona que le gusta más a David está llena de gadgets y merchandising de su marca, introducidos dentro de unos cubos de cristal que, dispuestos uno encima de otro, crean una línea uniforme. Guetta consigue inquietar a los responsables del local cuado afirma que la isla permite crear un ambiente de «más nivel» porque existe un público dispuesto a pagar «precios muy altos» y que el local no responde exactamente a esa filosofía.

Cathy no pierde la sonrisa en ningún momento, aunque su marido absorbe la mayor parte de los focos. Nada más entrar se apropia de un abanico rosa de la marca del que no se desprende en ningún momento. Para ella, el éxito internacional de su marido y de otros dj es equiparable al de las «estrellas de rock de las décadas de los 70 y 80», explica Cathy que recuerda que a los conciertos de Guetta en los estadios asisten miles de personas.

«David -afirma su mujer y socia- ha abierto las puertas de los dj y de la música electrónica a los medios de comunicación de Estados Unidos y ahora está viviendo este momento mágico», comenta. Cathy, muy ilusionada con la apertura del local en el aeropuerto, confía en que la propuesta sea adoptada por otros aeródromos «de todos los lugares del mundo».

El local pretende ser un punto de conexión entre los visitantes que aterrizan en la isla y los que esperen para volver a sus casas. Para conseguirlo, el nuevo bar abrirá sus puertas las 24 horas del día y proporcionará a los asistentes cuatro estilos de música diferentes que irán cambiando según la hora. «Todavía estamos barajando muchas hipótesis. Al ser tan novedoso no tenemos muy claro cómo responderá la clientela», matiza Quim Muns, responsable de I+D del Club.

Para conseguirlo, Muns y su equipo han confeccionado una carta de comida específica para el local y que se pueda compartir con facilidad. Para poder transportar la comida se han diseñado asimismo unos recipientes de metacrilato en forma de disco de vinilio, decorados con diseños alusivos a la marca.

Todo el esfuerzo de los diseñadores del local, sin embargo, no resisten la comparación con la belleza natural del Parc Natural de ses Salines que puede contemplarse a través de los ventanales del nuevo club.