Pilar Rodríguez no quiere hacer sangre del árbol caído ni reconocer que sube al peldaño más alto de la federación gallega de libreros empuñando el hacha de guerra, pero es consciente de que el sector ansiaba un liderazgo como el que ella lleva 18 años desempeñando al frente de la agrupación de Ourense.

Por primera vez, la federación ha renovado los cargos de su junta directiva tras una pugna entre dos candidatos.La vencedora no quiere desvelar qué porcentaje la ha elevado al podio y asegura que su éxito ha sido el trabajo en equipo. Completan la renovada junta directiva el vicepresidente, Xosé Antón Pedreira, de Santiago, y los ourensanos Francisco Negro y José Manuel García, como tesorero y secretario, respectivamente.

–Era vocal nata de la federación desde hace más de 20 años pero no presentó una candidatura hasta ahora. ¿Por qué?

–Somos la vieja guardia. La situación estaba siendo muy dura, muy difícil, y montamos la candidatura porque hay que recuperar el espíritu que tenía la federación de libreros hace 30 años.

–¿Cuál era ese espíritu?

–La pelea, la lucha... Treinta años después seguimos con lo mismo, los colegios vendiendo libros y haciendo una competencia bestial. Estamos en el origen otra vez.

–¿Qué ha hecho la federación frente a esta competencia?

–No quiero contestar a eso. Mi estilo es construir y hay que tirar para adelante. En Ourense la agrupación de libreros funcionaba un poco por delante del resto y en el pleito con Maristas llegamos al Supremo y ganamos en 2007. En este momento nos pareció que podíamos aportar mucho con nuestra experiencia y dimos un paso al frente.

–La batalla les enfrenta ahora con las Hermanas de la Caridad y tienen pendiente un acto de conciliación judicial.

–Eso en Ourense porque dimos la voz de alarma, pero esa congregación tiene colegios por toda Galicia y lo están haciendo en todos. La ley gallega de comercio interior deja claro que no pueden hacerlo y esa es nuestra arma. Fuimos con la ley en la mano a Industria y la directora general lo entendió y está actuando. Hay que reconocer que los libreros de Ourense lo hicimos bien y ahora el resto nos da la responsabilidad para asumir la federación.

–Se entiende que la lucha contra la competencia desleal ha sido siempre la principal batalla de los libreros.

–Es la batalla. Hay dos mundos. El de la gran ciudad y la Casa del Libro y después este mundo. Para sostener esto tienes que vender los libros de texto y ganarte 40 duros en esa fiesta para que cuando venga un cliente haya 50 títulos en las estanterías y se compre uno. Porque, no nos engañemos, se lee lo que se lee. Los libreros creemos en lo que estamos haciendo y nos merecimos el respeto de las instituciones. Suena cursi, pero pesa mucho la memoria de todos los que pelearon por esto en un momento, hace más de 30 años, en el que no era fácil ir contra las monjas o los curas que vendían libros cuando aun estaba caliente aquel señor.

–¿Qué consiguieron?

–La dignificación del librero. Lo que tenemos ahora no lo conseguimos nosotros, lo consiguieron nuestros padres y tenemos que pelearlo.

–Ellos no se enfrentaron a las grandes superficies ni al libro electrónico.

–La competencia es buena y sana. Lo de las monjas es competencia desleal. ¿Qué Carrefour vende libros? Vale, porque lo hace en las mismas condiciones que yo. ¿Que ellos tienen 7.000 metros cuadrados y yo 7? Cada palo que aguante su vela. También ellos tienen que mantener una estructura enorme y yo otra que es de huevo frito. También es competencia la librería que tengo enfrente y está asociada. El libro electrónico es un complemento, otro formato con el mismo contenido. La radio también vio en la televisión a un competidor. Hay que moverse y estar preparados.

–¿Cuáles son sus grandes objetivos como presidenta del sector en Galicia?

–Lo más urgente es que no toquen el IVA. Eso es peligrosísimo y hay que ponerse ya. Tenemos el superreducido (4%) y llevamos toda la vida reivindicando el IVA cero. En cuanto a las ferias de libro hay que darles un revulsivo. Este año solo se celebraron las de las grandes ciudades y no con gran éxito. Las ferias del libro de los años 80 nacieron para que la gente perdiese el miedo a las librerías y se consiguió. Pero ahora hay que reformularlas, hacerlas temáticas, cambiar las casetas€ Sobre todo hay que tener tranquilidad para verlo todo. Otra cosa por la que voy a luchar y que ya se está peleando en Ourense es por que las instituciones, que se gastan mucho dinero en libros, inviertan en las librerías. Reconozco que todo esto va a ser muy duro pero tenemos que hacerlo.

–Como hija de librero conoce bien el sector. ¿En qué han cambiado el libro y el lector?

–Las ferias del libro democratizaron las librerías, que dejaron de ser un sitio oscuro al que solo entraban aquellos señores... El lector evolucionó con el país.Yo recuerdo esta librería cuando había gente que no sabía leer ni escribir que venía aquí para que le pusieses el nombre en un sobre. Los niños en las primeras edades leen muchísimo más que antes y el libro infantil ha cambiado. Ahora siempre hay un libro para cada persona y para cada situación.

–¿Cuántos de esos niños llegan a ser clientes de adultos?

–No muchos. El hábito cae a partir de los 12 años por la competencia con la videoconsola. Lo bonito es cuando vuelven siendo padres con sus hijos. La librería deja un gustillo y la gente vuelve después de muchos años con un cariño especial. En este sector se pasan momentos difíciles, pero a nadie se le ocurre dejarlo. Nuestro éxito es abrir y no cerrar.