El año de los 4 emperadores" (Diábolo ediciones) propone un presente alternativo: para evitar el desmorone informático que provocaría el llamado efecto 2000, los años ya no se numeran, sino que reciben nombres: el Año del Conejo, el Año de la Nube, etcétera. La historia transcurre en el año que lleva el nombre del senador de Arkansas de 21 años, Rick Rickard Jr., premio Nobel de Economía y claro candidato republicano a la presidencia de los Estados Unidos. No es Rickard el protagonista absoluto de la ficción, sino que se centra también (o sobre todo) en Juan López, un parado residente en Barcelona.

Para adivinar qué une los destinos de personajes tan dispares como un triunfador mediático y un "Juan Nadie" barcelonés habrá que hacerse con esta novelita gráfica (por tamaño, que no por otra cosa, el diminutvo). La experiencia va a resultarle al lector algo nuevo. Y denso y exigente. Porque "El año de los 4 emperadores" desafía los modos tradicionales de narrar con imágenes en secuecnia de viñetas para proponer un verdadero puzzle.

La portada ya es un primer reto: un dibujo tan magnético y vibrante como enigmático, realizado por Gabriel Corbera. Corbera es diseñador y autor de cómics (publica online "Sundays on Mars", piedra de toque de la historieta más vanguardista y feroz) y crea una portada a la altura de su prestigio. Pero esto ya es en sí mismo un modo de romper inercias, pues no es habitual en el autoral y personalísimo mundo de los novelistas gráficos delegar partes de su obra a un tercero. Prior lo hace: la portada y el estilo de Corbera poco tiene que ver con el suyo. Y lo hace por partida doble, pues alguna página interior cede los bártulos a Jordi Pastor.

Pero la autoría es, por supuesto, de Marcos Prior, guionista y dibujante salvo de estas dos excepciones. Y su obra resulta un verdadero flash, desconcertante y abrumador. Y laberíntico: comienza a todo color y con una secuenciación ortodoxa de las viñetas, para, ya en la tercera página, romper la cristalería y presentar la narración como un cúmulo de "objetos encontrados": un mapa-plano, un folleto publicitario... y es ya un no parar donde caben imágenes fotocopiadas y repetidas, fichas de un curso de autoayuda, páginas web, pasquines con semblanzas biográficas, tests o manuales prácticos o de instrucciones.

Marcos Prior busca entender el noveno arte a la luz del siglo XXI, uno que vive la narrativa fragmentada, a golpes de link y clik, con diferentes y muy diversos soportes que crean, empastados, una reflexión general. Así este cómic, antes que un relato hilvanado, supone una amalgama. No hay una estructura lineal aunque sí un plan coherente para el relato. Abundan las voces supuestamente impersonales y chocan con acercamientos a la voz interior de los protagonistas, y finalmente cerramos el libro con la sensación de que los caminos trillados están para saltárselos y trazar los tuyos propios.

Eso hace Prior, buscar su modo propio para ensamblar su relato, y demostrar a sus lectores que aún queda mucho que investigar en el territorio del noveno arte.