"Escribí la primera novela por una apuesta con un gran amigo de mi padre. En una visita a Playa América, estando en el bar de Angelito, le comenté que yo haría una novela cuando quisiera. Apostamos una comida. Un año después, escribí la primera novela como se escribía entonces, a mano. Se la di a mi padre quien no me dijo nada. Pasado un tiempo, me dijo un día: ´Ten, esto es tuyo´. Y vi la novela editada", rememora Federico Lafuente durante la firma de libros en el hotel América en Vigo ayer, que proseguirá hoy de 12.00 a 14.00 horas.

–¿Qué sintió en ese momento?

–¿Qué iba a sentir?... Desde ese momento empecé a escribir y a finales de los años 50 la firma Marcial Lafuente Estefanía éramos tres, mi padre, mi hermano y yo.

Federico Lafuente tiene mucho que contar. Es la voz viva de una saga que ha dejado huella en la historia de la literatura popular mundial, especialmente, en la parte latinoamericana, llegando sus novelas del oeste a venderse en el continente americano.

Durante años y años, este negocio familiar fue pasando de editorial en editorial, negociando, ganando dinero, pero bastante menos que los editores. "Vivíamos bien pero las editoriales se llevaban lo mejor. Es así la vida", dice.

El pulso literario sigue por sus venas. En su mente, un proyecto. "Quiero publicar una colección de novelas inéditas", anticipa sin atisbo de duda, pensando cómo tecleará a la vieja usanza en la máquina de escribir palabra a palabra. "No, a ordenador, no. Yo, con mi maquinita, que hasta hablo con ella. El ordenador, para mí mujer", indica reconociendo que después se pasarán los documentos a la computadora para ser entregados a la editorial.

Pero no solo de ficción, atesora historias Federico Lafuente. La vida de su padre serviría de base para un apasionante guión cinematográfico. José Ballesta, director del Quiñones de León, y Miguel Anxo Fernández, no se atrevieron con una película de ficción pero sí con un documental que se estrenó en el Auditorio Municipal de Vigo en la tarde de ayer y en el que se habló de la entrañable Editorial Cíes, del Vigo de la época y de Marcial Estefanía.

"Mi padre utilizaba seudónimos; tenía miedo de firmar M.L. Estefanía. Tenía miedo desde que salió de la cárcel. Es cierto que, como estaba al frente del batallón de Toledo, era comisario general de la CNT, tenía que firmar órdenes de muerte, pero no firmó ninguna. Salvó muchas vidas y cuando lo juzgaron en Madrid empezó a caer gente de todos los pueblos hablando bien de él y creo que, por eso, no lo fusilaron; pero en la cárcel lo pasó muy mal", rememora su hijo, que vive en Alicante. "Me casé aquí en Vigo y después estuve en la Marina. Yo considero esta ciudad como mi casa. Aquí, están mis tesoros, mis amigos", confiesa rodeado de un puñado de ellos.

Vecinos reclaman al Ayuntamiento que dedique una calle a Estefanía

No nació en Vigo, sino en Toledo, pero fue en la ciudad olívica desde donde su nombre partió para recorrer parte del mundo a través de las novelas de vaqueros que ideaba, primero, solo; después, en colaboración con la pluma y la imaginación de sus dos hijos, Paco y Federico. Por ello, vecinos –bajo la iniciativa de Antonio Abreu– han solicitado por escrito al Concello de Vigo que dedique una calle a Marcial Lafuente Estefanía.

El documento con la solicitud fue presentado por registro y remitido a la Concellería de Cultura en el mes de febrero de este año. Los impulsores de la iniciativa se quejaron ayer de no haber recibido respuesta ni negativa ni positiva desde entonces. Añaden también no entender este silencio por parte de la Administración local, cuyo regidor, Abel Caballero, alabó en rueda de prensa esta semana, la obra de Estefanía con la que –aseguró– aprendió a leer. "Forma parte de mi vida", añadía el mandatario vigués.

Después de estas declaraciones en público, los vecinos se extrañaban aún más ayer de la falta de comunicación con el consistorio en la propuesta de denominar una vía pública como Lafuente. No obstante, confían que tras el estreno del documental en su honor ayer, el Concello inice los trámites.