Y, sí, los británicos continúan esperando ansiosos un heredero. Pero conviene recordar la historia de hace un año.

Fue un cuento de hadas en medio de tantas monarquías apretándose el toisón y viviendo sus respectivos annus horribilis. El príncipe Guillermo de Inglaterra, nieto de la reina europea que más tiempo lleva en el trono, hijo de la llorada Lady Diana, se casaba el 29 de abril de 2001 con una joven plebeya atractiva, inteligente y moderna, Kate Middleton.

Ese enlace y la entrada de Catalina en la anquilosada y llena de escándalos monarquía británica ha supuesto la entrada de aire fresco y una mayor aproximación al pueblo. Según un experto en temas de realeza, Robert Jobson, "salvó la imagen de la monarquía en el imaginario popular". La única noticia que se hace esperares un embarazo que no llega.

El polémico biógrafo Andrew Morton advirtió hace un año que "si Kate no está embarazada en los próximos nueve meses, desafiará 200 años de tradición real"». En realidad, no hay prisa. Guillermo es el segundo en la línea de sucesión, aunque son muchos los que apuestan por que la corona vaya directamente de la cabeza de Isabel II a la suya saltándose a su padre, Carlos.

Guillermo y Catalina contrajeron matrimonio tras ocho largos años de noviazgo y han estado unos meses separados por las misiones militares del príncipe. En este tiempo, Inglaterra ha vivido una auténtica "katemanía".

La duquesa de Cambridge –igual que su hermana Pippa– se ha convertido en un icono de moda. Todo el mundo la observa, la imita y, por el momento, parece adorarla.