La reacción que lleva el nombre de este japonés afincado en Estados Unidos se estudia en los libros de texto que circulan por las facultades de Química de todo el mundo. Los trabajos de Ei-ichi Negishi han contribuido a que la ciencia, y sobre todo, la sociedad, lo que considera su mayor "premio", pueda disponer de un modo "más eficiente" de moléculas más complejas a partir de procedimientos mucho más simples y baratos, como reconoció la Academia Sueca al concederle el Nobel. Gracias a esas moléculas, los fármacos mejorarán, pero también lo harán los aparatos electrónicos, que podrán disponer de pantallas más delgadas, o los cultivos, a través de sustancias que les protegerán frente a las plagas.

–¿Viviremos más y más sanos gracias a los nuevos fármacos?

–Podemos ir en esa dirección, siempre que se haga un buen uso, y no un abuso, de la tecnología científica, porque a veces se hace el medicamento equivocado. Honestamente, nuestra pretensión es facilitar el avance de la ciencia de la salud. En el objetivo de vivir más y más sanos creo que la química puede ayudar, pero insisto, tenemos que ser precavidos para no abusar.

–Su hallazgo, que permite recrear compuestos orgánicos, ¿puede hacer que un científico caiga en la tentación de creerse Dios?

–No. Cuanto más avanzamos en química, más nos extraña todo lo que Dios, la naturaleza, pudo hacer. Estamos muy lejos de eso, pero lo que he empezado a sentir es que podemos ayudar a Dios haciendo nuestras cosas de una manera diferente a como Dios, la naturaleza, las ha hecho. No necesitamos hacerlo todo de una manera biológica solo porque sea conocido, disponible, dado por la naturaleza, cuando muchas veces es más complicado. La manera química es mucho más simple, pero igual de útil.

–Los compuestos sintéticos en el textil han desplazado a las materias primas naturales. ¿Ocurrirá lo mismo en todas las áreas?

–La química y los compuestos sintéticos no tienen por qué dominar sobre los naturales, que tienen su propio mérito y ventajas. Los dos pueden convivir con el mismo éxito. Habrá una competencia continua entre múltiples posibilidades que será interesante siempre que nos permita sobrevivir de una manera más próspera y sostenible. Esas son las dos palabras clave que debemos perseguir.

–Parecen más fáciles de enunciar que de lograr...

–Sí. La ciencia y la ingeniería, más que la política o la economía o cualquier otra cosa, deberían ser las que prevalezcan para lograr que el mundo pueda sobrevivir sin demasiadas luchas.

–Siempre defendió que la inversión en investigación y desarrollo produce beneficios. ¿Cómo convencer a los gobiernos, que recortan los presupuestos?

–Estoy en ese caso. He conseguido que el gobierno japonés ponga más dinero en nuestra investigación y estoy intentando lograr lo mismo del estadounidense. Creo que hay que mostrarles algún ejemplo exitoso. Si pides dinero, el dinero escapa de ti, pero si buscas el éxito, el dinero le seguirá, y siento que esa es exactamente la actual situación.

–¿Eso no supone una presión extra para el investigador?

–¡Un montón de presión extra! Pero la presión, en la mayoría de los casos, es buena y necesaria en la investigación. Tienes que tener una meta. Si la logras, el dinero viene. Hay que ir a por la excelencia.

–En la rueda de prensa afirmó que debemos aprender a reciclar el dióxido de carbono, el gran responsable del calentamiento global.

–En la evolución, el CO2 ha sido un principal iniciador de materiales orgánicos, incluyéndonos a nosotros, la principal fuente de carbono. Deberíamos hacer lo mismo, reciclarlo, usarlo como punto de partida para producir lo que necesitamos. No tanto para comida sintética, de la que no soy muy partidario, como para fibras y medicinas, y, sobre todo, fuel.

–¿Cómo se hace?

–La naturaleza ya lo ha hecho con la fotosíntesis, convirtiendo gases en carbohidratos. Tenemos sol y plantas verdes, que son los catalizadores. Debemos imitarlos, pero de una forma diferente. Hay que ponerse a ello. Es una de las metas más importantes para la química. Muchos equipos de investigación están llamando a esa puerta, pero ninguno ha conseguido ver todavía qué hay detrás.

–¿Qué opina de la energía nuclear? ¿Se puede confiar en ella?

–Es una fuente de energía legítima, pero no confío en su actual nivel de seguridad. Hay que mejorarla. Cuando se haya hecho, no hay razón para que no la usemos, aunque creo que al tiempo debemos incrementar la capacidad de la energía química y entonces quizás no necesitemos de la nuclear.

–Durante la entrega del Nobel subrayó que la felicidad debe ser la meta final de los seres humanos y ofreció una receta...

–Se necesita buena salud, eso está en la base. Pero también un entorno feliz, una pareja, o una familia. Algunos pueden vivir solos, pero yo no creo poder hacerlo. Además, está dedicarse a una carrera que valga la pena, pero también disfrutar de algún hobby.