The Waterboys actúan mañana (21.30 h.) en el Auditorio del Pazo da Cultura de Pontevedra para presentar "An appointment with Mr. Yeats", un disco que adapta poemas del célebre poeta irlandés. Pero no se imaginen una sesión de recitado. Será un concierto de rock a cargo de una formación de cinco músicos entre los que destacan el escocés Mike Scott, fundador, líder y alma de Waterboys, y Steve Wickham, el irlandés que puso el violín en el álbum "War" (1982) de U2.

Scott, que ya actuó en Galicia en el verano de 2001, en la playa de Riazor, adelanta a VISADO que tocarán casi todo el álbum de Yeats y dedicarán una hora a las viejas canciones, tal vez "The whole of the moon" y "Fisherman´s blues" entre ellas. "No serán necesariamente las que todo el mundo espera escuchar –matiza–. Tocaremos algunas que no hemos interpretado nunca, o durante mucho tiempo".

–Llevaba barruntando este disco desde 1991. ¿Qué le impulsó a centrarse en W.B. Yeats?

–Sus poemas encajan bien con la música. Muchos de ellos riman, tienen un ritmo fuerte y un lenguaje hermoso. Además, me gusta sobre lo que escribe. Siempre he pensado que sus poemas merecen ser bien traducidos a la música. Durante más de veinte años he pensado sobre esto y he reunido minuciosamente una serie de canciones que, en mi opinión, hacían justicia a los poemas. Esperé hasta tener un número suficiente de buenas canciones para tocar un buen concierto. Lo presentamos en 2010, en el Teatro Abbey de Dublín. Después convertí ese show en un álbum.

–¿Qué opinan los herederos de Yeats?

–No lo sé. Los textos están fuera del copyright, por lo que no es necesario ningún permiso.

–¿Planteó los conciertos como una prueba antes de grabar el álbum?

-–No. Fueron una propuesta artística en sí mismos. Primero hice los conciertos, y luego el disco. Hubo un punto en el que parecía que íbamos a convertir los conciertos en un álbum en directo. Al final lo hicimos en el estudio, porque uno de los músicos me dijo que quedaría mejor así. Y yo estuve de acuerdo con él.

–Sus letras han recibido elogios hasta de Bob Dylan. ¿Tiene una ambición literaria cuando las escribe?

–Por supuesto. Es un arte literario, aunque bastante diferente de la poesía. La poesía toca a la gente solamente como un arte verbal, tiene un tipo distinto de comunicación.

–¿Será un obstáculo que parte del público no entienda las letras?

–No creo que sea demasiado difícil que entiendan lo que dicen las letras. Al menos, entenderán el sentimiento de las canciones. Siempre me ha parecido que el público español es muy emotivo, entiende perfectamente el sentimiento y la música. Nunca he tenido problemas de comunicación con el público español.

–Es bien conocido que Federico García Lorca influenció a Leonard Cohen. ¿Conoce la obra de algún escritor español?

–Ummm... Conozco la obra de Neruda, pero no era español... ¿[Juan Ramón] Jiménez?

–Ese sí era español.

–Uno de sus poemas cortos me conmovió profundamente. Pero es, probablemente, el único que conozco.

–El año que viene se cumplirán tres décadas del primer álbum de los Waterboys. ¿Podemos esperar algún lanzamiento conmemorativo?

–Nada que conmemore ese aniversario, pero se cumplirán 25 años de "Fisherman´s blues", que ha sido nuestro álbum con mejores ventas. Estoy hablando con la discográfica EMI, que tiene los derechos, para publicar una caja con la música que nunca fue publicada.

–¿Así que existe aún material inédito de aquella etapa?

–¡Oh, sí!, unas cincuenta o sesenta canciones. He propuesto a la discográfica una caja con diez discos. No sé si estarán de acuerdo.

–Viendo la historia de Waterboys, puede pensarse que, o bien Mike Scott es un tipo que hace amigos fácilmente –más de medio centenar músicos han pasado por la formación–, o bien todo lo contrario: no se quedan en la banda durante mucho tiempo...

–Lo primero que se debería preguntar es si todavía son amigos míos. Y, con muy pocas excepciones, aún somos amigos. Me gustan los músicos y me gusta hacer amigos y mantenerlos. Cuando fundé los Waterboys en 1983, mi intención –y lo dije en entrevistas en aquel momento– fue montar una banda cambiante. Nunca pretendí que fuera como U2 o los Beatles, cuatro tíos que integran siempre el grupo. Tenía que cambiar, y el compromiso de los músicos partía de esa base. A nadie que entraba en Waterboys le decía que iba a estar en el grupo para siempre. Todos sabían que la música, la dirección y el estilo cambiarían. Además, muchos dejaban la banda para crear su propia música.

–¿Cómo es trabajar con Steve Wickham, al que describe como "el mejor violinista de rock" del mundo?

–Sí [ríe]. Nos conocemos muy bien, porque hemos tocado juntos durante 27 años. Tenemos una telepatía muy fuerte. Es muy fácil trabajar con Steve. Es muy creativo con las melodías y los arreglos. Somos buenos y viejos amigos.

–¿Fue Wickham quien le introdujo en el folk?

–Yo no había escuchado folk irlandés ni escocés, en absoluto, antes de conocer a Steve. Durante los ensayos, cuando tocábamos en casas, él solía tocar canciones irlandesas para violín, y me empezó a gustar. Me presentó a otros músicos irlandeses y a técnicos, músicos de apoyo y productores que me introdujeron en más música tradicional irlandesa. Steve fue el primero que me introdujo, pero no el único. Tengo que aclarar que muchas de las melodías que él toca en "Fisherman´s blues" y "Room to roam" son, de hecho, escocesas. La música escocesa es muy similar a la irlandesa.

–¿Su abuela era irlandesa?

–No. Creo que fue mi tatarabuelo, no estoy seguro. O tal vez mi bisabuelo... El abuelo de mi padre era un McCormick del Ulster.

–Transcurrieron más de dos décadas hasta que apareció un álbum en directo de Waterboys ("Karma to burn", 2005). ¿No le gustan los discos en directo?

–Sí me gustan. Pero cuando habíamos grabado un álbum en directo, la música ya había cambiado. Grabamos un disco en 1984 que quiso publicar la discográfica Island, pero yo quería hacer "This is the sea". Me parecía mucho más importante grabar el tercer álbum de estudio, y creo que acerté. Luego, en 1989, durante la gira de "Fisherman´s blues", grabamos otro directo en Glasgow, en la famosa sala Barrowland, pero cuando volví a Irlanda y escuché las cintas me di cuenta de que la música estaba cambiando, y de que si lo publicábamos en tres meses iba a quedar desfasado. Así que no lo publicamos.

–¿Ha tenido oportunidad de conocer algo de la cultura gallega y de su música, con raíces celtas?

–Conozco un poco de música gallega, porque uno de los músicos de Waterboys, Colin Blakey, de la etapa de "Fisherman´s blues", era un gran seguidor de la música gallega y la tocaba constantemente. Solíamos tocar una canción española, "Corridiño"; que creo que era gallega, aunque no estoy seguro. Y trabajé con Carlos Núñez en uno de sus álbumes ["Os amores libres" (1999)]. Le invitamos al escenario cuando tocamos en A Coruña.

–En la etapa de "This is the sea", The Waterboys jugaba en una liga similar a U2, Simple Minds y The Alarm. ¿Por qué The Waterboys no se convirtió en una banda de estadios?

–Para mí, la liga de los estadios es segunda división. La primera división, para mí, es la liga de la grandeza, la que ha buscado siempre The Waterboys. La música nos ha dicho a dónde debemos ir.

–¿No le interesa el estrellato?

–Oh, sí que me interesa, pero no me interesa tocar en estadios de fútbol.

–¿Ni siquiera en Croke Park [el estadio más importante de Irlanda]?

–He tocado en Croke Park. Fue en 1986, compartiendo cartel con Simple Minds. Y no me gusta tocar en estadios ni asistir a conciertos en estadios. Fui a ver a Bruce Springsteen a Wembley y a U2 a Croke Park, y, sinceramente, odio los conciertos en estadios de fútbol. He visto a Bruce Springsteen y a los Rolling Stones en teatros, y es el lugar para verles. Tocar en estadios es malo para la música: todo se convierte en gestos y cualquier sutileza musical se pierde. Todo tiene que ser grandioso para comunicarlo a 50.000 personas. Puede que esos grupos vendan muchas entradas, pero no es la manera de conseguir la grandeza. Tal vez un pabellón... He visto a Leonard Cohen en un pabellón para 8.000 personas en Dublín, hace dos años, y fue uno de los mejores conciertos de mi vida. Pero no me gustaría verle en un campo de fútbol.

–No es el lugar para Leonard Cohen, eso seguro...

–Ni para nadie. No le haría eso a mi público. Nunca tocaría en un estadio.

–¿Le importa que el público esté sentado durante el concierto?

–No me importa si están de pie o sentados, pero quiero poder ver el blanco de sus ojos y sentir que su energía vuelve hacia mí.