El historiador Luis Eugenio Togores desgranó ayer en el Club Faro sus "verdades y mentiras sobre la Guerra Civil Española", centrando su intervención en algunos de los capítulos más polémicos del conflicto, como el asedio del Alcázar, el oro de Moscú y la matanza de Paracuellos. Sobre estos fusilamientos, que cifró en 4.500, dijo que "Carrillo fue el responsable, pero está muy bien en su casa. Hay que agradecerle que haya sido uno de los padres de nuestra Constitución. Franco lo amnistió por los delitos de la guerra en 1965, por lo que estaría bueno que lo detuviesen ahora". Recordó que un historiador considerado de izquierdas como Paul Preston atribuyó recientemente la culpabilidad por las ejecuciones al exdirigente comunista, "algo que todo el mundo tenía ya claro", afirmó.

Luis Espada, catedrático emérito de la Universidad de Vigo, glosó la trayectoria de Togores, secretario académico del Instituto CEU de Estudios Históricos y especialista en Historia Militar. El historiador madrileño ha escrito más de una docena de libros, entre ellos las biografías de los generales Millán Astray, Muñoz Grandes y Yagüe, y una reciente "Historia de la Guerra Civil Española" pensada especialmente para los jóvenes que no han tenido referencias de la contienda.

Sobre el llamado "oro de Moscú", aseguró que es mentira que esa cantidad ingente de fondos del Banco de España fuesen entregados sin contrapartida a la Unión Soviética. "Se entregó un 72 por ciento de ese oro a la URSS y un 28% a Francia, pero no se regaló: con ese dinero, la República compró armas para combatir entre 1936 y 1939".

Alcázar de Toledo

Habló también de la resistencia del Alcázar de Toledo, episodio que investigó a fondo a través de la documentación de la familia del general Fernando Esquivias. La mitología franquista atribuyó a Moscardó un heroismo idéntico al de Guzmán el Bueno, al negarse a rendir el Alcázar bajo la supuesta amenaza republicana de matar a su hijo. Togores explicó que una carta demuestra la existencia de una conversación entre Moscardó y sus enemigos republicanos, pero que Moscardó no creyó que fueran a fusilar a su hijo. De hecho, a éste le pasaron por las armas semanas después, en una saca.

Togores recordó que fue mucho más heroica la resistencia de los nacionales en el Santuario de Santa María de la Cabeza (Jaén): ocho meses de asedio frente a los 70 días del Alcázar, y un 70 por ciento de fallecidos. Sin embargo, el episodio de Andújar terminó en derrota nacional, de ahí que no fuese mitificado.

Relató también el enfrentamiento entre Miguel de Unamuno y Millán Astray en Salamanca. Según Togores, el fundador de la Legión, excombatiente de Filipinas, ya había tenido un encontronazo con el escritor bilbaíno y se indignó a raíz de una reflexión del intelectual sobre la sublevación tagala. Millán Astray no exclamó "¡muera la intelectualidad!", sino "¡muera la intelectualidad traidora!", de acuerdo con el testimonio del político monárquico Eugenio Vegas Latapie, que se encontraba a escasos metros de Millán Astray en el paraninfo salmantino y que era enemigo acérrimo del general.

También se refirió a la famosa frase de Unamuno, "venceréis, pero no convenceréis". Togores dijo que Unamuno expresó su tristeza al saber que algunas mujeres estaban participando en asesinatos en la zona republicana, y que en la zona nacional otras mujeres estaban viendo asesinatos, tras lo cual dijo: "Así se puede vencer y no convencer".

Sobre lo que definió como "nuevos mitos de la República", Luis Eugenio Togores se detuvo en la figura de Vicente Rojo, quien, según el coronel e historiador Carlos Blanco Escolá, fue el mejor militar de la guerra. Togores concedió que Rojo fue "un gran teórico de la milicia", pero negó que fuese un gran estratega. "Perdió todo salvo Madrid, cuya resistencia es más mérito de Miaja –explicó–. La batalla del Ebro fue su gran derrota. Rojo era de derechas y católico, y uno llega a pensar si hizo aposta su estrategia en dicha batalla".

Ya en el coloquio, fue preguntado sobre la matanza de Badajoz por parte de guardias civiles y falangistas. "Fue brutal; murieron 350 personas, no nueve mil, y no hubo ninguna corrida, los mataron en el cementerio".

"Por cada cien historiadores pro-republicanos hay uno pro-nacional"

Puso por delante Luis E. Togores que los historiadores "no son neutrales", y que en sus opiniones "se les ve el plumero". Repasó el posicionamiento que, a su juicio, mantienen los principales historiadores del país, y resaltó que "por cada cien pro-republicanos hay uno pro-nacional". "Yo soy pro-nacional –aclaró–, y no me da vergüenza decirlo".

Togores señaló que la guerra "creó una fractura ideológica que persiste en España. Todos estamos posicionados, pensando que unos son los buenos y otros, los malos. Afortunadamente, nuestros hijos no".

Dijo que la contienda del 36 "fue la última guerra romántica de la historia, en la que los contendientes murieron por sus ideales, no por una frontera o territorio", y que por ello "sigue viva dentro de nosotros". "El día que los españoles podamos hablar de esta guerra con la misma naturalidad con la que hablamos de la defensa de Numancia, esta guerra habrá terminado", sentenció.

Destacó también las particularidades del conflicto, una "guerra revolucionaria" en la que se enfrentaron dos modelos de sociedad, y que tuvo otra guerra civil dentro de la guerra civil: la que mantuvieron anarquistas y trotskistas contra socialistas y comunistas, amén del enfrentamiento soterrado entre Largo Caballero y Negrín.

Dijo también que en la Guerra Civil "prácticamente nadie defendió la democracia, que salió perdiendo". En torno a esta cuestión, opinó que la República fue "ilegal, al llegar por unas elecciones municipales, pero legítima", y que su único periodo realmente democrático fue la breve presidencia de Lerroux.