"Todo hace pensar que Eurasia será el centro del mundo en el siglo XXI", decía ayer en el Club FARO Francisco Veiga, profesor de Historia de la Europa Oriental y Turquía. "El retorno de Eurasia" era el título de su conferencia, que le presentó Luis Míguez, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Vigo.

Francisco Veiga, coautor con otras 13 firmas del libro "El retorno de Eurasia 1991-2011", en la editorial Península, hizo una pregunta: ¿qué es Eurasia? "Hasta hace 10 años -dijo- Eurasia era un concepto anticuado. Para la mayoría era algo geográficamente desconocido y para expertos algo así como la tierra de promisión de Rusia. El hecho es que la vieja idea de Eurasia como Rusia y Asia Central está superada ya que la geografía mundial no está como antes dividida en bloques ideológicos consolidados que hacían de muros infranqueables

Dice Veiga que "Asia Central está en plena efervescencia, surgen proyectos de interconexión ferroviaria, fluyen los intercambios culturales, se multiplican las comunicaciones, se crean nuevos mecanismos de seguridad regional, se trazan oleoductos y gasoductos..." Todo indica, en su opinión, que en estos momentos el toponímico Eurasia posee un trasfondo genérico de reencuentro Asia-Europa.

Desintegración

Una tesis central: "La desintegración de la Unión Soviética en 1991, no solo llevó a la independencia de los cinco "istanes", o nuevos países soberanos del Asia Central, con todo lo que ello significó. Además, junto con el cambio de régimen en Rusia y el final de la Guerra Fría, posibilitó una relación fluida, a todos los niveles, entre Extremo Oriente y Europa, haciendo realidad la reconfiguración de Asia y Europa en un nuevo macrocontinente. Esa situación implicó la progresiva recuperación del término "Eurasia", desempolvándolo de las estanterías y cajones donde se guardaba como un viejo trasto. El retorno de Eurasia como concepto ha sido gradual, comenzado quizá por una renovada utilización del término en Turquía —país eminentemente eurasiático— y Asia central, para llegar finalmente a Europa y América"

Afirma Veiga que, a partir de 1991 todo empezó a ser líquido, movible, apareciendo una relación fluida entre Extremo Oriente y Europa. "Hoy, por ejemplo -afirma-, la idea de Eurasia puede ser alterada por iniciativas concretas. Se sabe, por ejemplo, que la industria ferroviaria china está trabajando en el tendido de un ferrocarril euroasiático de alta velocidad entre Pekín y Londres que solo en transporte de mercancías puede ser altamente revolucionario y poner en comunicación directa Europa y Asia. Todo un revulsivo de las relaciones internacionales. En realidad, esa obra formaría parte de un enorme complejo de comunicaciones que incluiría conexiones con el Transiberiano dando lugar a un Corredor Transeurasiático que incluso podría enlazar con Alaska, salvando el estrecho de Bering mediante un túnel ferroviario y una autopista sobre el puente".

Sostiene Veiga que ya no funcionan las mitologías geoestratégicas de la primera mitad del siglo XX, cuando personales como Lenin o Mao eran representados como líderes titánicos capaces de movilizar con su carisma inmensos territorios euroasiáticos. "Los actores son ahora variados -afirma-, no se reducen a Estados Unidos y Rusia. En la actualidad China está desempeñando un papel cada vez más importante en Asia Central, la Unión Europea también está presente.... Pero no solo las grandes potencias se mueven en ese ámbito; la India está desempeñando un valioso papel en Afganistán, Irán, a pesar del bloqueo occidental, también tiene el suyo..."

Veiga y los otro autores del libro no incluyen en Eurasia Oriente Medio, ni al Magreb en Oriente Próximo. Y tiende a insistir en que el escenario de Eurasia es tan cambiante que no tiene ya solidez hablar de grandes potencias que la controlen en el futuro. "Pero lo que sí es cierto -dice- es que Eurasia ha vuelto a nosotros y es apasionante su estudio. Habrá mucho que hablar en los próximos 50 años".