Los hórreos que tienen un suelo con hendiduras regulan mucho mejor la temperatura frente a la radiación solar, lo que favorece la conservación del maíz que almacenan. Esto ya lo sabían los antiguos pero ha sido ignorado en las restauraciones realizadas en los años 80, que las cerraban, según se demuestra ahora con un modelo matemático desarrollado en la Universidad de Vigo.

"Las ranuras no solo sirven para ventilar el interior de esta construcción donde se almacena el maíz y otros alimentos, sino que también reducen la temperatura cuando incide el sol", explica César Saá, autor principal del estudio, que forma parte de su tesis doctoral y acaba de publicarse en la revista "Energy and Buildings".

Los científicos lo han comprobado colocando sensores termohigrométricos en un hórreo estilo Pontevedra –que combina madera y piedra– e introduciendo los registros en un modelo matemático.

A lo largo de nueve meses el equipo ha analizado la respuesta del hórreo al clima, una investigación que tendrá continuidad con otras posteriores que analicen situaciones como el viento y la humedad.

Para realizar las operaciones matemáticas se ha utilizado un software de simulación y se ha creado una malla de cálculo de ocho millones de elementos. Así se han obtenido patrones de flujo del aire, fundamentales para comprender el comportamiento de la ventilación del hórreo bajo diferentes situaciones de acción climática. "Ha sido una simulación bastante costosa que nos llevó varias semanas ya que no tenemos supercomputadoras", advierte el investigador.

"Aunque en principio se podría pensar que es bueno el calor para secar las mazorcas, si aumenta mucho la temperatura cambia la curva de equilibrio higrométrico del maíz y comienza a absorber humedad del ambiente, lo que favorece la proliferación de las bacterias que originan su putrefacción", explica el investigador.

Los resultados también apoyan de forma científica la costumbre tradicional de abrir las puertas de acceso al hórreo para mejorar la ventilación cuando la radiación solar es elevada durante los períodos de almacenamiento, desde septiembre a mayo. "A su manera, los hombres y mujeres de campo lograron una estructura que fue decisiva para su supervivencia. En cada zona de Galicia tienen unas características propias que fueron creándose a base de su propia experiencia y según las variedades climáticas de cada lugar". Así, resaltan los investigadores, no solo conseguían conservar en buenas condiciones el maíz sino también el pescado, los embutidos y otros alimentos.

Saá destaca así el gran valor que los hórreos han tenido para la economía gallega, "ya que supusieron una simbiosis perfecta junto con el comienzo de la producción masiva del maíz. "No se puede contemplar tan solo su valor etnográfico", advierte.