Los Reyes no traen buenas noticias a Galicia este año. Tampoco lo hacían hace 76, cuando se llevaban al más allá a un gallego insigne, Ramón María del Valle-Inclán. Precisamente a su lado, en el cementerio de Boisaca, en Santiago, cerca de otros compañeros de viaje como Antón Fraguas o Aurelio Aguirre, reposarán desde hoy los restos de un hombre que fue el último de su estirpe: Isaac Díaz Pardo. Después de 91 años de existencia, el último intelectual galleguista del siglo XX se rendía. Solo una neumonía complicada que lo mantuvo ingresado en el Hospital San Rafael de A Coruña desde el día 22 logró arrebatarle las fuerzas a un hombre que siempre decía: "Ata que morra vou estar no lío". Con su desaparición se apaga también la "luz de la libertad", esa que su padre, Camilo Díaz, le dejó en herencia a través de un poema antes de ser fusilado. "Prendille na cabeza do meu fillo, unha estreliña forxada na irmandá", decía, y añadía, "que vexan os demais nesa estreliña a lus da libertá".

La fama que le otorga Manuel Rivas de ser el hombre "más querido de Galicia" no era injustificada. Ayer le llovieron reconocimientos unánimes desde toda la sociedad gallega, tanto desde el ámbito de la cultura como del de la política. Todos estuvieron de acuerdo en reconocerle como un mito cultural contemporáneo, un hombre comprometido con los valores democráticos y una persona irrepetible para Galicia.

Diseñador, ceramista, dibujante, editor, empresario, luchador antifranquista y agitador cultural, pero sobre todo, como se definía a sí mismo, coleccionista de "fracasos", Díaz Pardo vino al mundo en 1920, hijo de un padre galleguista y creativo del que heredaría ambos talentos y una "estrella" de la que supo mostrarse digno. Y así fue, desde sus primeros pasos en la casa da Tumbona, en Santiago, hasta su fallecimiento en el día de ayer. En el medio quedaron los estudios de Bellas Artes en Madrid y años dedicados a la pintura. Como solía decir él con su retranca, dibujó muchas mujeres, porque, decía, los franquistas no eran inmunes a los encantos femeninos. No obstante, se iría a buscar luz fuera, en Buenos Aires, siguiendo los pasos de otros exiliados. Fue allí donde conoció a otro galleguista histórico, Luis Seoane, el gran referente de su vida junto a su padre. De la unión de sus dos mentes surgió el Laboratorio de Formas, matriz de lo que luego se convertiría en el Grupo Sargadelos. A su regreso a Galicia Isaac abandonó la pintura y se dedicó a su gran sueño: hacer país. Los exiliados le contagiaron otro empeño: la memoria. Entre las instituciones que creó para recuperar la memoria histórica se encuentran el Instituto Galego de Información, el Museo Carlos Maside, el nuevo Seminario de Estudos Galegos, las Cerámicas do Castro y la fábrica del castro de Samoedo, Sargadelos. Esta fue la faceta más conocida del intelectual, de quien el escritor Manuel Rivas dijo que era "el hombre más querido de Galicia", y la que marcó sus últimos años y su último "fracaso", al ser apartado de la dirección y de la administración del grupo.

Desde entonces le llovieron premios y homenajes, entre otros la Medalla de Galicia. Al final de su vida llegó a un acuerdo con la Cidade de la Cultura para que custodie su valioso legado bibliográfico, documental, epistolar y gráfico.

Además de homenajes en vida, Isaac recibió ayer, y recibirá aún, homenajes tras su muerte. Así, ayer acudían al tanatorio coruñés de Servisa para darle el último adiós el secretario Xeral de Cultura, Anxo Lorenzo, el secretario xeral de Medios, Alfonso Cabaleiro, o el conselleiro de Cultura e Educación, Jesús Vázquez. Todos destacaron la figura dinamizadora del escritor y empresario fallecido.

Además, estuvieron en la capilla ardiente amigos, como el presidente del Consello da Cultura Galega, Ramón Villares, el arquitecto Andrés Fernández, el director de la CGAI, Guillermo Escribas, o el presidente de la Asociación de Escritores en Lingua Galega, Cesáreo Sánchez.

El expresidente de la Xunta, Emilio Pérez Touriño, se acercó también hasta el tanatorio, donde recordó su figura como "indefinible" y subrayó su "amor por Galicia". "Un hombre como era de izquierdas era un hombre que no creaba fronteras, que hablaba con todos" y "es un ejemplo a seguir", añadió el expresidente de la Real Academia Galega, Xosé Ramón Barreiro.

Los restos mortales del intelectual gallego serán trasladados al Museo do Pobo Galego, en Santiago, donde hoy, a partir de las 11.30 horas, se abrirá la capilla ardiente. Por la tarde, a las 17.00 horas, será enterrado en el cementerio de Boisaca, junto a otros gallegos ilustres que le precedieron en el camino.