La experta en trastornos alimenticios desde la óptica de la Psicología da una nueva vuelta de tuerca a la imagen corporal y el culto al cuerpo que marca la sociedad actual, en "Liberarse de las apariencias".

–¿Cómo plantea esta investigación?

–Es un trabajo de reflexión, que aborda el papel del contexto sociocultural y del individuo en la formación de la imagen corporal. Los resultados reflejan como la interacción de ambos factores resulta bastante negativa en la sociedad occidental actual donde las alteraciones de la imagen corporal, alimentarias y del peso representan una creciente preocupación en el ámbito de la salud. Y eso choca con la escasa atención prestada a la promoción de una imagen corporal positiva.

–¿Existen diferencias acusadas entre hombres y mujeres con respecto a su apreciación de la importancia del cuerpo?

–Sí. El enfoque de género resulta clave porque tradicionalmente los trastornos fueron más frecuentes en mujeres y están surgiendo en hombres. Las mujeres tradicionalmente han basado su autoestima en su apariencia. Y hoy, los cánones de belleza resultan bastante dañinos. La delgadez de las mujeres que se propone como ideal no se corresponde con las tallas y formas de las mujeres reales y más en la adolescencia. Pero, ¿por qué están emergiendo nuevas enfermedades por la alteración de la imagen corporal en la población masculina? Hasta hace no mucho tiempo, ellos no soportaban tanta presión con respecto a su físico. Pero esta tendencia ha cambiado en 15 años.Ya se detecta como los chicos manifestan insatisfacción por desear un cuerpo musculoso.

–¿Ese ideal tampoco es saludable?

–No. Nos encontramos con que, en lugar de generar una sociedad más sana, eso provoca el efecto opuesto. Tiene mucho que ver con el hecho de que los intereses comerciales sean demasiado fuertes. Es más beneficioso para las industrias de alimentación-dietas, belleza... que toda la población esté preocupada u obsesionada con su cuerpo, que no tan solo el 50%; es decir, las mujeres, como sucedía hasta ahora.

–¿Qué influye más a la hora de tener una visión distorsionada de uno mismo; es decir, basada en un canon irreal?

–Dos cosas son importantes: Las presiones socioculturales; por los mensajes que recibimos sobre los ideales vigentes, la capacidad que tenemos de control del cuerpo –nada más lejos de la realidad– y la importancia de tener ese cuerpo, ya que se asocia el éxito con el cuerpo ideal. Y por otro lado, los estilos de vida más sedentarios y de alimentación que se promueven están en la dirección opuesta. Por otro lado está la interpretación que hacemos de nuestro cuerpo y la importancia que le damos.

–Las nuevas generaciones, ¿dan más importancia a cuestiones superficiales del físico?

–En principio parece difícil llegar a cuantificar el problema. Cada vez surgen nuevas enfermedades vinculadas a algún ideal corporal vigente. Pero lo que parece bastante claro es que se trata de una problemática en ascenso que incluso afecta a colectivos que previamente no tenían dichas enfermedades –véase el caso de los hombres y la vigorexia–.

–¿Importa más la educación que reciben en la infancia y juventud o el mundo que se encuentran una vez que se independizan?

–Resulta muy difícil separar la educación del resto. Los padres y madres, hermanos y hermanas, compañeros y compañeras, profesoras y profesores están sometidos a dichas influencias. Pueden llegar a asumir dichos mensajes dañinos y trasladarlos a personas que pueden ser vulnerables a desarrollar estas enfermedades.

–¿Qué le diría a una mujer u hombre relegado en su trabajo, o no admitido por cuestiones de imagen?

–Esta es una realidad que afecta a muchas personas que nos rodean. Yo hablo de eso.

–¿Se olvida la importancia de cultivar el interior?

–Sí. Creo que ahí estaría la solución.

– ¿Y cuál sería ese antídoto?

–No creo que sea individual. Podemos tratar de fomentar la autoestima de nuestros hijos, pero la solución requeriría medidas de alcance económico, político y social a nivel global. Hay que poner sobre la mesa soluciones concretas. Por ejemplo, asumimos que las fotografias de las mujeres que aparecen en medios de comunicación están retocadas con Photoshop. Es terrible ya que esto en cualquier otro ámbito no sería aceptado. Si esta técnica se utiliza para anunciar productos estamos hablando de publicidad engañosa. Creo que tenemos que empezar a ser más críticos. No creo que sea adecuado asumir que esta es la sociedad que nos ha tocado vivir sin más y que cualquier cambio es algo utópico.