La Guerra Civil en Galicia, al igual que en el resto del Estado, dejó minado el territorio de la comunidad con fosas comunes de represaliados durante la Guerra Civil entre 1936 y 1939. Tras varios años de investigación, búsqueda y entrevistas, expertos de las tres universidades gallegas han culminado el especial "Xeografía da represión", un mapa detallado que especifica la localización, número de fallecidos y tipo de muerte que tuvieron. La cartografía revela que, al menos, la tierra gallega ha sustentado 461 fosas comunes.

El número, no obstante, no es definitivo. "La cifra irá cambiando porque tenemos algunas en la recámara. Nos falta confirmar el lugar exacto y el número de fallecidos", explica el investigador Gustavo Hervella que ha participado en el proyecto global "Nomes e voces" junto a Dionisio Pereira y Chus Martínez (estos dos encargados de la cartografía), dirigidos todos por Lourenzo Fernández Prieto.

Los resultados de la investigación pueden ser consultados en internet de forma gratuita. Se encuentran en la web www.nomesevoces.net donde existe un apartado denominado "Especiais". Pinchando en él, se accede a "Cartografía da represión". El enlace lleva a otra página donde las novedades disponibles desde esta semana se muestran en la columna de la derecha. Desde la misma, se accede a los mapas con la localización de las fosas en campo abierto en Galicia, las fosas en cementerios, los lugares de los "paseos", así como de los muertos en la contienda, desglosando los nombres, municipos, número de víctimas y una descripción.

De las 461 fosas comunes localizadas en Galicia, la práctica totalidad de las mismas se encuentran en los cementerios donde los investigadores han localizado un total de 435. A estas, hay que sumar otras 26 fosas comunes en campo abierto. En el mapa, figuran 22 ya que en algunos espacios hay más de una, explica uno de los autores del proyecto.

En uno de los informes de los investigadores disponible en la web, se señala que "podemos afirmar que en Galicia son excepcionales las fosas en campo abierto. Fueron utilizadas en su práctica totalidad en una única ocasión y con pocas inhumaciones".

No obstante, sí es "numeroso y diseminado" el número de "enterramientos de represaliados en cementerios de casi todo el territorio gallego, excepto en las zonas del interior de las cuatro provincias y la llamada Costa da Morte".

"Mayor impacto psicológico"

En cuanto al "modus operandi", los investigadores reconocen que no resulta "fácil" explicar la causa por la que "un detenido era sacado de prisión y asesinado, a veces, a un centenar de kilómetros del centro de detención o reclusión cuando lo más natural sería convertir cualquier monte vecino en una inmensa fosa común".

No creen los expertos universitarios del proyecto que "hubiese en Galicia un desmedido empeño en esconder los cadáveres en lugares poco concurridos". Al contrario, los investigadores están convencidos de que no se enterraban de inmediato y se situaban en "lugares estratégicos de las principales vías de comunicación" para provocar "un mayor impacto psicológico en quien los encontraba o tenía noticia". Así, "se castigaba aún más a las personas cercanas a las víctimas, al verse obligados a recorrer los caminos tras las huellas de sus parientes (...) Sembrar el pánico en la sociedad y en el círculo más íntimo del asesinado. De eso se trataba".